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sábado, 7 de mayo de 2022

MES DE MAYO, MES DE MARÍA: DÍA SEXTO.


 


Visita a la imagen de Nuestra Señora de los 

Dolores, que se venera en la Iglesia Parroquial 

del Pueblo de Acatzingo.

 

 

   La Imagen de Nuestra Señora de los Dolores de Acatzingo, a quien hemos consagrado el día de hoy se venera en una hermosa capilla de la Iglesia parroquial de este pueblo; y es sumamente reverenciada y frecuentada de muchos, que de partes muy distantes vienen en peregrinación a visitarla. Según refiere el «Zodiaco Mariano,» esta Imagen pertenecía a una piadosa señora, natural de Puebla y vecina de Acatzingo llamada Da. Antonia Negreros; y aunque respecto a su origen y al modo con que vino a su poder, se habla con variedad, todos sin diferencia alguna, concuerdan en que la devoción y culto de esta santa Imagen, comenzó desde que la vieron sudar, lo cual sucedió de esta manera. Habiendo la Sra. Negreros advertido un día que la Imagen sudaba, se llenó de admiración y de afecto hacia ella, y procuro cuanto pudo ocultarlo; pero n o consiguió evitar que llegara a oídos del señor cura del pueblo, que era entonces el Lic. D. Juan Cesati, el cual vino, inmediatamente que lo supo, a la casa de dicha señora, y se convenció, por el testimonio de sus propios ojos, de que el Sudor era verdadero. Dispuso, en consecuencia, que la Imagen fuera llevada a la iglesia parroquial, y allí volvió a sudar copiosamente; y enjugándole el sudor con algodones, volvía a brotar de la misma manera, con admiración y pasmo del inmenso concurso, que, atraído por la fama, había venido a presenciar tan grande maravilla; y notaron que al mismo tiempo hubo grande alteración en el aire, y horrorosa oscuridad y multiplicados truenos.




   Poco tiempo después se resfrió la devoción, que al principio había sido muy fervorosa, y Da. Antonia, que no había olvidado a su querida Imagen, la extrajo un día secretamente de la parroquia, y la llevaba consigo; pero habiendo sido advertido el señor cura, fué en su seguimiento, y la buena señora enrolló la imagen, que es de lienzo, y la sumergió en la fuente de la plaza, con ánimo de volver luego por ella; pero el cura lo observó, sacó la imagen, y la volvió a llevar a la parroquia; y muchísimos vecinos tomaron ese día agua de la fuente, mirándola como reliquia.

 



   Con este motivo se renovó la devoción con mayor fervor que antes, y luego trataron de erigir a la imagen la bellísima capilla en que hoy se venera, a diligencias de la cofradía que se fundó en su nombre. Anualmente se le hace, muy solemne función el día 5 de Setiembre, en memoria de que, en igual fecha, se verificó el segundo sudor. Finalmente, diremos, que son innumerables los retablos que se ven en la capilla, en los cuales se ponen a la vista de todos los prodigios que Dios ha obrado por medio de esta santa Imagen, lo cual nos debe llenar de confianza y de reverente amor hacia la Madre de Dios Nuestro Señor, a quien esperamos acompañar y bendecir por toda la eternidad.

 

 



 

VIDA DE MARÍA

Desposorios de la Santísima Virgen con Señor San José.

 

 

   La más pura de las mujeres y el más justo de los hombres van a unirse en matrimonio, obedientes a la divina inspiración: María, la Virgen sin mancha, entiende que es voluntad de Dios que se despose con José, y al momento obedece; sabe por una parte que Dios ha aceptado su voto de perpetua virginidad; sabe por otra que Dios dispone que se despose con el Santísimo José; no sabe cómo conciliar dos cosas, al parecer tan opuestas, y se abandona en manos de la Providencia, y ¡con cuánta razón! Apenas se ha desposado, da cuenta a José de su voto de virginidad, y el varón justo lo ratifica lleno de regocijo celestial, y revela a su Esposa, que está ligado con otro semejante. ¡Qué ejemplo tan sublime y tan heroico de amor a la virtud santísima de la castidad, nos dan en esto los esposos más santos de la tierra! ¡Qué prodigios de la divina gracia! unir a dos personas ligadas por el voto de perpetua virginidad, en una nación en donde, no solo la doncellez, sino aun la esterilidad, eran reputadas por las más denigrantes notas; pero de todo prescinden estos santísimos esposos, y consagrando a Dios una vida sin mancha, hacen el más heroico de los sacrificios, para conseguir practicar la castidad.

 

 





CASTIDAD DE MARÍA

María, Azahar fragantísima y delicado.

 

 

   Con cuánta razón han escogido los poetas la primorosa flor del naranjo para simbolizar la castidad ¿Dónde podrá encontrarse un aroma más lindo que el del azahar, asi como el de la preciosa virtud que hoy admiramos en María? ¡Qué primorosa su blancura, como el de la aureola brillantísima que en el cielo coronará a las vírgenes, y muy especialmente a su Reina! Acaso no hay otra flor que esparza su delicado aroma, por un espacio más dilatado, ni con más agradable intensidad, llenando todos los ámbitos del más espacioso jardín; asi como la castísima María llenó los cielos y la tierra con su fragancia, y deleitó de una manera grandiosa y especial al Rey del universo, y lo atrajo desde el cielo a su seno virginal.

 

 

 

ORACIÓN

 

 

   ¡Dios te salve, Virgen Purísima, Paloma inmaculada, Espejo sin mancha! ¡Dios te salve mil veces! ¡Cuán hermosa te presentas en tus desposorios con el virtuosísimo Sr. S. José! ¡Cómo resplandece en este soberano misterio tu incomparable castidad! Nosotros la admiramos, Virgen Santísima, y la reverenciamos humillados; te damos los plácemes más afectuosos por el mérito grande que entonces contrajiste, por lo mucho que entonces agradaste al Señor. Envíanos un leve destello de esa pureza sin igual; con solo que vuelvas tus ojos cariñosamente, puedes mudar nuestro corazón; hazlo, Madre benignísima; limpia de esa manera nuestra alma del lodo de la impureza en que se halla sumergida, para que así obtengamos la gracia, y podamos, estando limpios, entrar al cielo, cuando llegue la hora de nuestra muerte. Amén.

 

 



 

MEDITACIÓN

 

 

1—Ponderemos el infinito valor de la celestial virtud de la castidad; espiritualiza al hombre como ninguna otra, asemejándolo a los ángeles, porque vence al tercer enemigo de nuestra salvación, que es la carne, cuyos brutales apetitos, una vez satisfechos, hacen al hombre de la misma condición que los irracionales.

2—Admiremos el grado heroico en que María poseyó esta virtud, pues que, si hace al que la practica semejante a los ángeles, María, que es la Reina de los ángeles, ¿en qué grado la practicaría?

3—Pidámosle que nos la conceda; y para conseguirlo, veneremos con mucha devoción sus santas Imágenes, pues mucho se complace en ello, como lo ha demostrado, entre otros muchos modos, haciendo sudar a su prodigiosa Imagen de los Dolores de Acazingo, para promover su culto, etc.  

 

 



 

CANTO

 

 

La Virgen sin mancha

Camina al altar,

Brillando en sus ojos

La luz celestial:

Y aunque es la Doncella

Terror de Satán,

La Virgen más pura

Que el orbe tendrá,

Por orden del cielo

Se va a desposar

Con un varón justo,

De estirpe real,

Con el nieto excelso

Del rey de Judá,

El hombre más santo

Que el mundo verá:

Ya llegan, ya se unen.

Y tiemblan quizá,

Porque han prometido

Por siempre guardar

La virtud heroica

De la castidad;

Y ambos ignorantes

Están de que amar

El otro pudiera

La virginidad,

Pues se han desposado,

Queriendo no más.

Cumplir del Eterno

La gran voluntad;

Mas cuando a María

Le va a revelar

José su promesa

De virginidad,

Escucha asombrado

Y su Esposa hablar.

Diciendo que estaba

Por un voto igual,

Ligada por siempre

Delante el altar.

De júbilo inmenso.

Que nunca expresar

Podrá con su idioma

El hombre jamás,

El pecho se llena

Del justo mortal,

Y ofrece a su Esposa

Jamás la tocar;

Le jura por siempre

Su amor fraternal,

Y eterno respeto

Como al mismo altar:

Y allí en el momento

Moró el bienestar,

Y allí puso luego

Su trono la paz.

Querubes ni arcángeles

Llegar a imitar

Tan grande pureza

Pudieron jamás.

¡Gloria a Dios! que quiso

Tan alto ensalzar,

Con este consorcio,

La prole de Adán.

 

 



 

PRACTICA PARA MAÑANA

 

 

—Pronunciar el nombre de MARÍA, cuantas veces se recuerde, con grande sentimiento de amor.

 

 

 

MES DE MARÍA: LAS FLORES DE MAYO.

Por LUCIO MARMOLEJO (1868).

 


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