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miércoles, 12 de octubre de 2022

Nuestra Señora de Aparecida. —12 de octubre.

 



La Historia

 

   La historia cuenta que, en el año 1717, El gobernador de Sao Paulo y Minas Gerais, don Pedro de Almeida y Portugal, Conde de Assumar, pasó por la villa de Guaratinguetá camino a villa Rica. Por tal motivo, los pobladores del lugar, queriendo agasajar al invitado, solicitaron a tres pescadores, Domingos Garcia, Filipe Pedroso e João Alves, una provisión de peces.

 

   Estos hombres se encontraban en el río Paraiba, arrojando sus redes en el agua, cuando de repente al levantar una de ellas, encontraron una figura rota de terracota de la Virgen de la Concepción, de tan solo 36 cm. Primero hallaron el cuerpo y al arrojar otra vez la red lograron ubicar la cabeza. Luego del suceso, la pesca, que hasta ese momento había sido escasa, fue tan abundante, que tuvieron que volver a la costa por el peso que tenían sus pequeñas embarcaciones.

 



   Uno de los pescadores llevó la imagen a su casa y le realizó un pequeño altar, unos años después crearon un oratorio, lugar que era visitado por todos los lugareños.

   El 5 de mayo de 1743, se comenzó a construir un templo, que se inauguró el 26 de julio de 1745, venerando a la Virgen bajo la invocación de Nuestra Señora Aparecida.

 

   El pueblo de Nuestra Señora Aparecida se encuentra a unos cuantos kilómetros de Guaratinguetá, villa del Estado de Sao Paulo.

 



   Se ignora completamente como es que la imagen fue a parar al río, pero si se conoce su autor, un monje de Sao Paulo, llamado Frei Agostino de Jesús quien la moldeo en el año 1650.

 

   La Virgen es de color moreno y esta vestida con un manto grueso bordado, sus manos se ubican en el pecho en posición de oración, fue coronada solemnemente en 1904, por don José de Camargo Barros, obispo de Sao Paulo.

 

   Durante quince años la imagen permaneció en la residencia del pescador Felipe Pedroso, donde los pescadores se reunían para rezar. 





   El primer milagro atribuido a la imagen ocurrió una noche mientras la familia y los vecinos “cantaban el rosario”. Dos velas se apagaron y se encendieron solas. La luz de aquellas velas, que milagrosamente se volvieron a encender esa noche, iluminó sus corazones y despertó en ellos un gran amor y devoción a Nuestra Señora Aparecida.

 

   La devoción fue creciendo entre el pueblo pues se decía que muchos favores fueron alcanzados por aquellas gentes que rezaban delante de la imagen. La fama de los poderes extraordinarios de Nuestra Señora llegó hasta otras regiones de Brasil. Se construyó una capilla, que pronto se quedó pequeña. Debido al aumento de fieles, en 1834 se inició la construcción de una gran iglesia, la actual Basílica de Nuestra Señora Aparecida.

 

   En 1904 la imagen fue coronada con la corona ofrecida años antes por la Princesa Isabel en presencia del Nuncio Apostólico y del presidente de la República.

 

   El 16 de julio de 1930, Pío XI la declaró a Nuestra Señora Aparecida patrona de Brasil. El día 4 de julio de 1980, el Papa Juan Pablo II visito el santuario y le dio el título de Basílica.

 


Descripción de la imagen

 


Imagen en el interior de la basílica




   La imagen sacada del río era de terracota y medía 36 cm de altura. Los monjes benedictinos que la describen en aquella época, acreditan que originalmente estaba policromada, como era costumbre en la época. El color canela que presenta en la actualidad probablemente se debe a la exposición al humo de las velas de los devotos.

 

   En 1978, tras sufrir un atentado que la redujo a casi doscientos fragmentos, fue puesta para su reconstrucción en manos de la artista Maria Helena Chartuni, que la restauró totalmente.

 


LA APARICIÓN DE LA VIRGEN EN ZARAGOZA. — 12 de octubre.

 



  La admirable aparición de la sacratísima Virgen nuestra Señora en el Pilar de Zaragoza, se refiere en un documento antiquísimo del archivo de la santa basílica del Pilar, por estas palabras:


«Después de la pasión y resurrección del Salvador y de su ascensión a los cielos, la piadosísima Virgen quedó encomendada al apóstol y virgen san Juan Evangelista: y de ella recibieron los apóstoles la licencia y bendición para ir a predicar el Evangelio a las regiones del mundo que a cada uno habían tocado.



SAN JUAN Y LA VIRGEN. 



   El bienaventurado apóstol Santiago el Mayor, hermano de Juan e hijo del Zebedeo, por revelación del Espíritu Santo recibió mandamiento de Cristo de venir a las provincias de España, y habiendo besado las manos de la Virgen y pedido su bendición, ella le dijo: ‘Ve, hijo, cumple el mandamiento de tu Maestro, y por él te ruego que en aquella ciudad de España en que mayor número de hombres conviertas a la fe edifiques una iglesia a mi memoria, como yo te lo mostraré’.



APÓSTOL SANTIAGO EL MAYOR. 



   Saliendo pues de Jerusalén el bienaventurado Santiago vino a España, y pasando por Asturias llegó a la ciudad de Oviedo donde convirtió uno a la fe.

   Entrando por Galicia predicó en la ciudad de Padrón; de allí volviendo a Castilla llamada España la Mayor, vino últimamente a España la Menor que se llama Aragón, en aquella región que se dice Celtiberia, en donde está situada Zaragoza, a orillas del Ebro.

   En esta ciudad habiendo predicado muchos días, convirtió a Jesucristo ocho varones, con los cuales trataba de día del reino de Dios y por la noche salía a la ribera del río para tomar algún descanso y orar, sin ser molestados por los gentiles.

   Estando una vez en aquel sitio, a la hora de media noche oyó unas voces de ángeles que cantaban: ‘Ave María, llena de gracia’, y postrándose de rodillas, vio a la Virgen, Madre de Cristo, entre dos coros de millares de ángeles sentada sobre un pilar de mármol, la cual mirándole amorosamente, le dijo: ‘He aquí, Santiago, hijo, el lugar donde has de edificar un templo en mi memoria: mira bien este pilar en que estoy asentada, el cual mi Hijo y maestro tuyo le trajo de lo alto por manos de ángeles: alrededor de él harás el altar de la capilla. En este lugar obrará la virtud del Altísimo portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio, y este pilar permanecerá en este sitio hasta el fin del mundo, y nunca faltarán en esta ciudad verdaderos cristianos’.






   Alegre el santo con tan maravillosa visión, edificó un templo en aquel lugar, con la ayuda de los ocho varones convertidos, y para el servicio de aquella iglesia ordenó de presbítero a uno de ellos, y habiéndola consagrado le dio el título de Santa María del Pilar.

   Es la primera iglesia del mundo dedicada a honra de la Virgen por manos de los apóstoles.







Reflexión: Las citadas palabras del referido códice, cuya verdad ha venido a confirmar la experiencia, pues nunca han faltado en Zaragoza verdaderos adoradores, aun en tiempos los más borrascosos, son el monumento más sólido y fidedigno de tan piadosa tradición.







   Añádanse los repetidos portentos obrados por la santísima Virgen, y la autoridad de la Santa Sede, que ha decretado en su favor una festividad particular, y hemos de confesar que aquel pilar bendito santificado por las plantas virginales, es la joya más rica de la nación española.



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Oración: ¡Oh Dios y Señor! Concédenos, te rogamos, que nosotros tus siervos nos alegremos con la perpetua sanidad de cuerpo y alma, y que por la gloriosa intercesión de la bienaventurada siempre virgen María, seamos libres de la tristeza presente, y lleguemos a gozar del eterno júbilo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. 









FLOS SANCTORVM
DE LA FAMILIA CRISTIANA.