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miércoles, 31 de marzo de 2021

Miércoles Santo: TRES CONSIDERACIONES MÍSTICAS EN TORNO AL LAVATORIO DE LOS PIES.


 

Echó agua era un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a limpiarlos con la toalla, con que estaba ceñido (Jn 13, 5)

 

 

Aquí pueden entenderse místicamente tres cosas.

   1º) Por la acción de poner agua en el lebrillo se significa la efusión de su sangre sobre la tierra. Puesto que la sangre de Jesús puede llamarse agua por la virtud que tiene de lavar. De ahí que simultáneamente saliera agua y sangre de su costado para dar a entender que aquella sangre lavaba los pecados. También puede entenderse por el agua la Pasión de Cristo. Pues echó agua en un lebrillo, esto es, imprimió en las almas de los fieles, por la fe y la devoción, el recuerdo de su Pasión. Acuérdate de mí pobreza, y traspaso, del ajenjo, y de la hiel (Lam 3, 19).

 

   2º) Por aquello que dice: y comenzó a lavar, se alude a la imperfección humana. Porque los Apóstoles, después de Cristo, eran más perfectos, y no obstante necesitaban de la ablución, porque tenían algunas manchas; para dar así a entender que aun cuando el hombre sea perfecto, necesita perfeccionarse más; y contrae algunas manchas, según aquello de los Proverbios: ¿Quién puede decir: Limpio está mi corazón, puro soy de pecado? (20, 9) Pero estas manchas las tienen en los pies solamente. Otros, al contrario, no sólo están manchados en los pies, sino totalmente. Pues se manchan totalmente con las impurezas terrenas los que yacen sobre ellas; de ahí que quienes totalmente, en cuanto al afecto y en cuanto a los sentidos, estén apegados al amor de lo terreno, sean enteramente inmundos.

 

   Pero los que están de pie, esto es, los que con el espíritu y el deseo tienden a las cosas celestiales, sólo contraen manchas en los pies. Pues, así como el hombre que está de pie se ve obligado a tocar la tierra, al menos con los pies, del mismo modo, mientras vivimos en esta vida mortal, que necesita de las cosas terrenas para sustentación del cuerpo, contraemos algunas impurezas, al menos, por la sensualidad. Por eso el Señor mandó a los discípulos que sacudiesen el polvo de sus pies (Luc 9, 5) Pero se dijo: comenzó a lavar, porque la ablución de los afectos terrenos comienza aquí y termina en el futuro.

 

   Así, pues, la efusión de su sangre está simbolizada por la acción de poner agua en el lebrillo; y la ablución de nuestros pecados, por la acción de haber comenzado a lavar los pies de los discípulos.

 

   3º) Aparece también la aceptación de nuestras penas sobre sí mismo. Pues no sólo lavó nuestras manchas, sino que tomó sobre sí las penas debidas por aquéllas. Porque nuestras penas y penitencias no serían suficientes, si no estuvieran cimentadas en los merecimientos y en la virtud de la Pasión de Cristo. Lo cual se simboliza por aquello de haber limpiado los pies de los discípulos con la toalla, es decir, con el lienzo de su cuerpo.

 

 

(In Joan., XIII)




MEDITACIONES — Santo Tomás de Aquino



PEQUEÑO MES DEL SEÑOR SAN JOSÉ. DÍA 31.



 

DÍA XXXI.

 

 

Súplica: Pidamos a Dios Nuestro Señor nos conceda una particular devoción a Señor San José.

 

 

 

CONTINUA OCUPACION DE SEÑOR SAN JOSÉ.

 

 

   Los santos están siempre ocupados y desempeñan sus quehaceres sin precipitación, pero al mismo tiempo sin interrupción.

 

 

   Sentíase José muy feliz por tener que ganar diariamente el pan de Jesús y el de María, y, por tanto, se hubiera reprendido la más pequeña pérdida de tiempo, y este pensamiento: ¡no tienen lo necesario, alentaba su ánimo y duplicaba sus fuerzas! Sorprendióle la muerte en el trabajo y murió sonriendo al escuchar estas palabras de Jesús: ¡Has cumplido noblemente tu misión; ven a descansar, entra en el gozo de tu Señor!

 

 

Propósito: ¡Oh Jesús!, asistidme en la hora de mi muerte y decidme como a José esas dulces palabras de esperanza que quiero merecer empleando en gloria vuestra todo el tiempo que os dignéis concederme.

 

 

Jesús, José y María

Os doy el corazón y el alma mía.

Jesús, José y María

Asistidme en mi última agonía.

Jesús, José y María

Viva inocente en vuestra compañía,

 

(300 días de indulgencia cada vez).




Pensamientos piadosos Para el mes de Marzo.

SR. PBR0. GERARDO HERRERA

Cura. Párroco de San José. (1893).

 




Martes Santo: PREPARACIÓN DE CRISTO AL LAVATORIO DE LOS PIES.



 

Se levanta de la cena, y se quita sus vestiduras; y tomando una toalla, se la ciñó (Jn 13, 4).

 

 

   I. Cristo se muestra servidor por amor a la humildad, conforme a aquello de San Mateo: El; Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en redención por muchos (20, 28).

 

 

   Para ser buen servidor se requieren tres cosas: 1º) Que sea circunspecto para ver todas las cosas que pueden faltar en el servicio; para lo cual sería gran inconveniente estar sentado o recostado; por eso la actitud del servidor es estar de pie. Por lo cual dijo: Se levanta de la cena. Y el evangelista San Lucas: Porque ¿cuál es mayor, el que está sentado a la mesa, o el que sirve? (22, 27)

  

   2º) Que esté expedito para poder ejecutar convenientemente todas las cosas necesarias al servicio; y para esto es un obstáculo el exceso de vestidos. Por eso el Señor se quita sus vestiduras. Esto fue simbolizado en el Génesis cuando Abrahán eligió siervos expeditos (Gen 17).

  

   3º) Que sea pronto para servir, es decir, que posea todas las cosas necesarias para el servicio. En el Evangelio de San Lucas se dice que Marta estaba afanada de continuo en las haciendas de la casa (10, 40). De ahí que el Señor tomando una toalla, se la ciñó, para, de este modo, estar preparado, no solamente a lavar los pies, sino también a enjugados. Con lo cual, el que salió de Dios y volvió a Dios, nos enseña a conculcar toda hinchazón, lavando los pies.

 

   II. Echó después agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies a los discípulos, y a limpiarlos con la toalla con que estaba ceñido (Jn 13, 5). Aquí se expresa el obsequio de Cristo; en el cual brilla su humildad de tres maneras.

   1º) Por la naturaleza del obsequió, que fue muy humilde, a saber: que el Señor de la majestad se inclinase a lavar los pies de los siervos.

   2º) Por la multitud del obsequio, pues puso el agua en el lebrillo, lavó los pies, los limpió, etc.

   3º) Por modo de obrar, pues no lo hizo por medio de otros o con la ayuda de otros, sino por sí mismo, cumpliéndose aquello del Eclesiástico: Cuanto mayor eres, humíllate en todas las cosas (3, 20)

 

 

(In Joan., XIII)



MEDITACIONES — Santo Tomás de Aquino




PEQUEÑO MES DEL SEÑOR SAN JOSÉ. DÍA 30.







DÍA XXX.

 

 

Súplica: Reguémosle a Dios retribuya pródigamente a nuestros bienhechores los favores que nos han dispensado.




GRATITUD DE SEÑOR SAN JOSÉ.

 

 

   Señor San José veía abrirse en todo instante la mano bienhechora de Dios para prodigarle bienes sin número. El día de que gozaba, el aire que respiraba, el pan que adquiría, la salud que disfrutaba ... sabía que todas estas cosas vienen de Dios y le daba por ellas las más rendidas gracias a cada momento. Esta elevación continua de su reconocido corazón, le mantenía en un goce perpetuo . . . ¿No recibimos de Dios todos los bienes?

 

   ¡Ah! si nuestros ojos se abrieran, como sucederá en el cielo, veríamos la exquisita solicitud de la Providencia por rodearnos de bienestar, de paz, de gozo . . . Presentémosle hoy nuestra profunda gratitud y cuidemos de no desagradarle nunca.

 

 

 

Propósito: Será tan grande nuestra iniquidad ¿que querremos ofender a Dios en el momento mismo en que su omnipotente mano nos beneficia?

 


 

Pensamientos piadosos Para el mes de Marzo.

SR. PBR0. GERARDO HERRERA

Cura. Párroco de San José. (1893).

 

Lunes Santo: NECESIDAD DE LA PERFECTA PURIFICACIÓN.


 


I. Si no te lavare, no tendrás parte conmigo (Jn 13, 8).

 

   Nadie puede llegar a participar de la herencia eterna y ser coheredero de Cristo, si no está purificado espiritualmente, pues se dice en la Escritura: No entrará ninguna cosa contaminada (Ap. 21, 27). Señor, ¿quién habitará en tu tabernáculo? (Sal 14, 1). El inocente de manos y de corazón limpio (Sal 23, 4) Como si dijese: Si no te lavare, no estarás limpio, y si no estás limpio, no tendrás parte conmigo.

 

 

II. Simón Pedro le dice: Señor, no solamente mis pies, más las manos también y la cabeza (Jn 13, 9) Aterrado Pedro se ofrece todo él a ser lavado, turbado por el amor y el temor. Pues, como se lee en el Itinerario de Clemente, de tal modo estaba unido a la presencia corporal de Cristo, a la que fervorosísimamente había amado, que cuando se acordaba, después de la Ascensión de Cristo, de su presencia dulcísima y trato santísimo, se deshacía todo él en lágrimas hasta el punto que sus mejillas parecían abrasadas.

 

 

   Es menester saber que en el hombre existen tres (miembros principales que deben ser purificados): la cabeza, que es la parte superior; los pies, que constituyen la ínfima, y las manos, que ocupan un lugar intermedio. Del mismo modo en el hombre interior, es decir, en el alma, está la cabeza, que es la razón superior, con la que el alma se adhiere a Dios; las manos, esto es, la razón interior, que se ocupa de las obras activas, y los pies, que son la sensualidad. El Señor sabía que sus discípulos estaban purificados en cuanto a la cabeza, porque estaban unidos a Dios por la fe y la caridad; y en cuanto a las manos, porque sus acciones eran santas; pero en cuanto a los pies, tenían por la sensualidad algunos afectos terrenos.

 

 

   Mas temiendo Pedro la amenaza de Cristo, no sólo consiente en la ablución de los pies, sino también en la de las manos y la cabeza, diciendo: Señor, no, solamente mis pies, más las manos también y la cabeza. Como si dijese: Ignoro si necesito la ablución de las manos y de la cabeza; Porque de nada me arguye la conciencia, mas no por eso soy justificado (1 Cor 4, 4) Por consiguiente estoy preparado a la ablución no solamente de los pies, esto es, de los afectos inferiores, sino de las manos también, esto es, de las acciones, y de la cabeza, a saber, de la razón superior.

 

 

III. Jesús le dice: El que está lavado, no necesita sino lavar los pies. Y vosotros limpios estáis (Jn 13, 10). Dice Orígenes que estaban limpios, pero que todavía necesitaban mayor limpieza; porque la razón debe siempre emular carismas mejores, debe siempre subir a elevadas virtudes, brillar por el candor de la justicia. El que es santo, sea aún santificado (Ap 22, 11).

 

 

(In Joan., XIII).

 

MEDITACIONES — Santo Tomás de Aquino



PEQUEÑO MES DEL SEÑOR SAN JOSÉ. DÍA 29.



 

DÍA XXIX.

 

 

Súplica: Pidamos a Dios la más grande generosidad en la intención de agradarle.

 

 

 

LARGUEZA DE SEÑOR SAN JOSÉ.

 

 

   Dar a los pobres es acercarse a Dios. ¡Oh cuántas limosnas se hicieron, sin duda en la humilde casita de Nazareth! Se repartían esas limosnas, no de lo superfluo que no lo había, sino de lo necesario: de lo cual se privaban todos los días Cuando, terminada la tarea, llegaba la hora del descanso: «Un pequeño trabajo para los pobres» decía Jesús: lo emprendía José, ayudado por el Niño y por María; y cuando ese trabajo, hecho con tanto gusto, estaba terminado, descansaban los tres con mayor alegría, considerando que al día siguiente los pobres hallarían su socorro.

 

   Si tenéis poco, dad poco; si tenéis mucho, dad mucho, pero dad siempre; todo lo que ponéis en mano de los pobres lo ponéis á rédito para el cielo.

 

 

 

Propósito: Daré en este día una limosna a los pobres

 


Pensamientos piadosos Para el mes de Marzo.

SR. PBR0. GERARDO HERRERA

Cura. Párroco de San José. (1893).

 

martes, 30 de marzo de 2021

Domingo de Ramos: UTILIDAD EJEMPLAR DE LA PASIÓN DE CRISTO.


 

   La Pasión de Cristo es suficiente para informar totalmente nuestra vida. Pues quien desea vivir con perfección, no debe hacer otra cosa que despreciar lo que Cristo despreció en la cruz, y desear lo que Cristo deseó. Ningún ejemplo de virtud está ausente de la cruz.

 

 

   Si buscas el ejemplo de la caridad, ninguno tiene mayor amor que éste, que es poner su vida por sus amigos (Jn 15, 13), y esto lo hizo Cristo en la cruz. Por consiguiente, si dio su alma por nosotros, no debe sernos pesado soportar por amor a él cualquier mal. ¿Qué retornaré al Señor por todas las cosas que me ha dado? (Sal 105, 12).

 

 

   Si buscas ejemplo de paciencia, se encuentra excelentísimo en la cruz. Pues la paciencia es grande en dos cosas: o cuando se sufren pacientemente grandes males, o cuando se los soporta, y pudiéndoselos evitar, no se los evita. Mas Cristo sufrió grandes males en la cruz. Oh vosotros, todos los que pasáis por el camino, atended y mirad si hay dolor como mi dolor (Lam 1, 12) Lo sufrió pacientemente, porque padeciendo no amenazaba (1 Ped 2, 23) Como oveja será llevado al matadero, y como cordero delante del que lo trasquila enmudecerá (Is 53, 7). Asimismo, pudo evitarlos y no los evitó: ¿Por ventura piensas que no puedo rogar a mi Padre, y me dará ahora mismo más de doce legiones de ángeles? (Mt 26, 53) Por lo tanto, la paciencia de Cristo en la cruz fue máxima. Corramos con paciencia a la batalla, que nos está propuesta, poniendo los ojos en el autor y consumidor de la fe, Jesús, el cual habiéndole sido propuesto gozo, sufrió cruz, menospreciando la deshonra (Hebr 12, 1-2)

 

 

   Si buscas ejemplo de humildad, mira al crucificado; porque Dios quiso ser juzgado y morir bajo Poncio Pilato, cumpliéndose lo que dice el libro de Job (36, 17): Tu causa ha sido juzgada como la de un impío. Verdaderamente como la de un impío, por aquello de condenémosle a la muerte más infame (Sab 2, 20). El Señor quiso morir por el siervo, y él, que es la vida de los ángeles, quiso morir por los hombres.

 

 

   Si buscas ejemplo de obediencia, sigue al que se hizo obediente hasta la muerte (Filip 2, 8) Porque como por la desobediencia de un solo hombre muchos fueron hechos pecadores; así también serán muchos hechos justos por la obediencia de uno solo (Rom 5, 19)

 

 

   Si buscas ejemplo del desprecio de lo terreno, sigue al que es Rey de reyes y Señor de los que dominan, en el cual están los tesoros de la sabiduría; y, sin embargo, aparece en la cruz, desnudo, burlado, escupido, herido, coronado de espinas, abrevado con hiel y vinagre, y muerto. Falsamente, pues, te dejas impresionar por los vestidos y las riquezas: Se repartieron mis vestiduras (Sal 21, 19); falsamente te seducen los honores, porque yo he sufrido escarnios y azotes; falsamente te inquietan las dignidades, pues: Tejiendo una corona de espinas, se la pusieron sobre la cabeza (Mt 27, 29); falsamente te conmueven las delicias, porque en mi sed me dieron a beber: vinagre (Sal 68, 22).

 

 

(In Symb.)


MEDITACIONES — Santo Tomás de Aquino