Visita a la Imagen de NUESTRA. SEÑORA DE LA
BALA, que se venera en la iglesia de San Lázaro
en la ciudad de México.
Vivían en el pueblo de Ixtapalapan, distante
como legua y media de la ciudad de México, dos nobles casados en perfecta paz y
en la más agradable unión; pero desgraciadamente se llenó el marido de celos,
creyendo, por ciertas sospechas absolutamente infundadas, que su mujer no le
guardaba intacta la fe conyugal, llegando un día a tal extremo, que ciego el
hombre de ira , tomó una pistola, y disparó con ella sobre su infeliz consorte,
pero ésta, llena de confianza en María, tomó al
mismo tiempo una pequeña Imagen suya, que a la mano tenia, y es la que hoy
veneramos bajo la advocación de Nuestra Señora de la Bala, sirviéndose de ella
como de escudo contra la agresión de su marido; y no salió fallida su
esperanza, pues la bala fue a dar en la peana de la sagrada Imagen, donde se
encajó de tal modo, que aunque se mueve, nunca se ha podido sacar: con esta
maravilla la mujer quedó libre y el marido desengañado, volviendo la dulce
perdida paz a aquel dichoso consorcio.
En virtud de este prodigio, se comenzó a
venerar en México la sagrada Imagen, y fué conducida allá poco tiempo después,
obrando al llegar, según se refiere en el «Escudo de armas de México,» el más estupendo prodigio, pues
trayéndola a la Iglesia de la Santísima Trinidad, y de allí en procesión a la de
San Lázaro, como si entrase a dar vida, triunfó en su ingreso de la muerte,
resucitando el cadáver de una mujer, cuyo funeral se celebraba, a la ocasión,
en aquel templo.
Creció con esto la devoción a Nuestra Señora
de la Bala, y tan luego como quedaron concluidos el templo y hospital de San
Lázaro, fué colocada, con grande pompa, en el altar mayor, y se le construyó un
soberbio camarín, siendo todo heeho por el ilustre eclesiástico
Don Buenaventura Medina, quien
fincó también una suma considerable, para que anualmente se le hiciera una
solemne función, y se le dijera una misa el día 8 de cada mes. Allí permanece
desde entonces, derramando gracias sobre sus devotos, y obrando muchas
maravillas: pidámosle nos dirija una clemente mirada, hoy que hemos consagrado
el día en obsequio suyo, y con ella se ablandará nuestro corazón, y amaremos a
Dios sobre todas las cosas, para irlo a alabar por toda la eternidad.
VIDA DE MARÍA
Nacimiento de María.
Alumbró por fin
la luz, a la más pura y bella de todas las criaturas; la morada de Joaquín y de
Anna se llena de celestes espíritus, que, estremecidos de alegría y de respeto,
adoran a la que va ser Madre de Dios; el mundo vacila de gozo al ver que María
pisa sus umbrales, y la naturaleza toda ostenta sus bellezas, sus perfumes y
sus armonías, de una manera especial, para celebrar el advenimiento de la
Virgen sagrada: nosotros al recordarlo, debemos alegrarnos aún más,
porque ya estamos gozando, en toda su plenitud, de los infinitos bienes que
desde entonces se nos anunciaron
BELLEZA DE MARÍA
María, Rosa purpurina y delicada.
(Rosa centifolia.)
Nació María, y desde luego descuella, por su
belleza, entre todas las hijas de Adán, y entre todos los ángeles y serafines,
así como en los campos descuella la rosa, como reina de las otras flores: su
purpúreo color se ostenta en las mejillas de María, su fragancia en el aliento,
la delicada tez de sus hojas en las manos, y todo su conjunto de gracias,
infinitamente excedido, en aquella criatura sin segundo, que hace con ellas
huir lleno de envidia, al enemigo de nuestra salvación.
ORACIÓN
Grande es, Señora, el regocijo que experimentan nuestras
almas, al recordar tu dichosísimo nacimiento: damos humildes gracias a tu
Criador y nuestro, por el honor grande que su misericordia infinita se dignó
dispensar a la mísera descendencia de Adán, constituyendo a una hermana
nuestra, que eres tú, Gran Señora, en la mayor de todas las dignidades del
cielo y de la tierra, después de su Divina Majestad. Te suplicamos te dignes
ampararnos, obteniéndonos la gracia de Dios, que es la que constituye la
verdadera belleza de nuestra alma, y libertarnos de los emponzoñados tiros del
demonio, así como libertaste, por medio de tu milagrosa Imagen de la Bala, del
furor de su esposo, que ardía en celos devoradores, a la dichosa mujer que en
ti puso su confianza; y entonces seremos felices en el tiempo y en la eternidad.
Amén.
MEDITACIÓN
1—Bienes
grandes é inapreciables que nos trajo consigo el nacimiento de María, amor que por ello debemos profesarle en este soberano misterio.
2—Ternura de que debemos estar poseídos hacia María recién nacida,
al contemplar su incomparable
belleza, su candor, que llena el cielo de asombro, y la perfección de su alma,
que amó desde luego a Dios, más que todas las criaturas juntas.
3—Consuelos
inefables que debe traernos la confianza que María nos inspira, como Madre
nuestra, lo cual nos manifiesta, entre otros infinitos modos, por su milagrosa
Imagen de la Bala, que tan visiblemente protegió a la mujer que en ella puso su
confianza: pongámosla nosotros, y no saldremos
desamparados, etc.
CANTO
¿Quién es esa Niña hermosa,
Que en Nazaret ha nacido,
Tan inocente y graciosa,
Que rival no ha conocido?
Para cubrirla, sus alas
El ángel tiende afanoso;
Natura ofrece sus galas
Con amor respetuoso.
Es María de tierra y cielo
La Soberana Señora,
Es María, tierno consuelo
Del infelice que llora.
Sus ojos son dos luceros
En que celeste luz arde,
Más bellos, mas hechiceros
Que la estrella de la tarde.
Sus labios son frescas rosas,
Que al entreabrirse derraman
Leves brisas olorosas,
Que el pecho de amor inflama.
Son sus tiernecitas manos
Las mismas que ante su Hijo,
Por salvar a sus hermanos,
Pondrá con afán prolijo.
Y sus pequeñitos pechos
Los que darán al Dios Niño
Alimentos satisfechos
Con infinito cariño.
Adoremos tal portento
De perfección y hermosura,
Que ofusca el entendimiento
Dé la humana criatura.
Pero que enciende una llama
De amor en el corazón,
Y conduce al que así inflama
A su eterna salvación.
PRACTICA PARA MAÑANA
—Se hará algún sufragio
en favor de las benditas ánimas del purgatorio.
MES DE MARIA: LAS FLORES DE MAYO.
Por LUCIO MARMOLEJO (1868).
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