LA ENCARNACIÓN DEL SEÑOR ES
UN REMEDIO MUY CONVENIENTE
Este
misterio fue muy convenientemente ordenado para la salvación del hombre, porque
aun cuando Dios podía hacerlo de otro modo, ninguno fue tan adecuado, pues
convenía al mismo Reparador, a aquel a quien debía ofrecerse la reparación y a
la reparación misma.
1º)
Al Reparador, a quien era oportuno mostrar su sabiduría, poder y bondad. ¿Qué cosa más
poderosa que unir extremos sumamente distantes? Grande fue el poder para unir elementos dispares;
mayor, para unirlos a un espíritu creado; máximo, para su unión al espíritu
increado, donde la disparidad es extrema. ¿Qué cosa más sabia para el colmo de perfección de todo
el universo que se verificase la unión del primero y del último, esto es, del
Verbo de Dios, que es el principio de todas las cosas, y de la naturaleza humana,
que en las obras de los seis días fue la última de las criaturas? ¿Qué cosa más
llena de bondad que haber querido el Creador de todos los seres comunicarse a las
cosas creadas? Esa benignidad fue
grande al unirse con todas las cosas por unión de presencia; mayor, al
comunicarse a los buenos por medio de la gracia; y máxima, al unirse a Cristo
hombre, y, por consiguiente, a los géneros de cada uno en la unidad de persona.
2º)
Fue también este modo muy conveniente al mismo que debía recibir la reparación,
pues el
hombre por el pecado vino a caer en la debilidad, en la ignorancia y en la
malicia, por todo lo cual se hizo incapaz de imitar la virtud
divina, conocer su verdad, y amar su bondad; por lo tanto, Dios, al hacerse hombre, se entregó al
hombre para que le imitase, le conociese y le amase.
3º) Fue también muy
conveniente a nuestra reparación que el Señor en forma de siervo procurase la salvación del
esclavo y que se encarnase el Hijo. Esa
conveniencia es evidente, ya se consideren las cosas propias del Hijo, ya las
que se le apropian.
Si se atiende a las cosas propias del Hijo
es evidente, porque
es el Verbo, la imagen y el Hijo de Dios; ahora bien, el hombre perdió por el pecado tres
cosas, a saber: el conocimiento de la sabiduría, la
semejanza de la gracia y la herencia de la gloria. Por eso
fue enviado el Verbo, Imagen e Hijo.
Si se
consideran las que se le apropian, también fue muy conveniente porque en la
obra de
la creación resplandece principalmente el poder; en la obra de
la restauración, la sabiduría; y en la obra de la retribución, la bondad.
(De Huntanitate Christi)
Santo Tomás de Aquino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario