ORACIÓN
¡Oh Santísima Virgen María, Madre de Dios y de
los hombres! Aquí
nos tienes humildemente prosternados ante tus plantas soberanas, arrepentidos
de todo corazón de los disgustos qué te hemos ocasionado con nuestros pecados:
venimos a pedirte tu maternal bendición, para comenzar con auspicios favorables
los piadosos ejercicios, por cuyo medio vamos a consagrarte el próximo mes de
Mayo. No desprecies ¡oh Virgen Sacratísima! nuestro
humilde don: es cierto que te lo ofrecen unos miserables pecadores, pero
también lo es, que sinceramente arrepentidos de sus culpas, imploran de rodillas
el perdón, y se acogen a la sombra poderosa de tu manto, para ponerse a
cubierto de los rayos de la divina Justicia. Danos, Señora, perseverancia, para
que no desmaye nuestra devoción en todo el mes que vamos a consagrarte, sino
que, por el contrario, se aumente cada dia, para que al concluir nos
encontremos con el corazón de tal manera inflamado en tu amor, que nunca
volvamos a ofender a tu amabilísimo Hijo Nuestro Señor Jesucristo, lo cual será
para nosotros una prueba de que están perdonados nuestros pasados yerros, y una
prenda segura de que obtendremos la Bienaventuranza, para alabarte y bendecirte
con los ángeles y santos, por todos los siglos de los siglos. Amén.
ORACIÓN
Que se dirá todos los
días antes de la meditación.
Advierte, alma mía, que estás en la
presencia de Dios, mas íntimamente presente a Su Majestad, que á tí misma. Está
mirando el Señor todos tus pensamientos, afectos y movimientos interior y
exteriormente. Lo que eres delante de Dios, eso eres y nada más: pobre,
miserable é inmunda, con la abominable lepra de todos los pecados con que has
ofendido hasta aquí su infinita bondad. Pero el Señor, obligado del peso de su
misma infinita misericordia, desea más que tú misma darte el perdón general de
todas tus culpas y el logro de esta meditación. ¿Qué hicieras, si supieras que era la
última de tu vida? Puede ser que
no tengas otra de tiempo tan oportuno. Ahora puedes conseguir con un pequé de corazón, lo que no conseguirán con eterno
llanto los condenados en el infierno, que es el perdón de tus pecados. Alerta,
pues: no pierdas tiempo tan precioso, por amor de Dios.
Creo, Señor, que estáis íntimamente presente
a mi corazón. Os doy las gracias por los innumerables beneficios que he recibido,
y recibo en cada instante, de vuestra infinita liberalidad y misericordia,
especialmente porque me habéis conservado hasta aquí la vida, habiendo yo
merecido tantas veces las penas del infierno por mis pecados. Concededme, Padre
amorosísimo, un corazón agradecido a vuestras grandes misericordias, y el logro
de esta meditación, a mayor honra y gloria vuestra y bien de mi alma. Esté yo
en vuestra divina presencia con la humildad, atención y reverencia de alma y
cuerpo que corresponde en una vilísima criatura, cual yo soy, que tantas veces
os ha despreciado con ofenderos en vuestra misma presencia. Detesto de todo mi
corazón mis pasadas ingratitudes; las aborrezco, por ser ofensas de vuestra
infinita bondad: me pesa en el alma de haberos ofendido, por ser quien sois.
Quisiera deshacer todos mis pecados, por ser desprecio de un Dios infinitamente
bueno. Dadme, Criador y Dueño mío amabilísimo, verdadera contrición de todos
mis pecados, y propósito firmísimo de la enmienda.
Bien conozco que no hay en mí otra cosa que
la nada, y sobre la nada el pecado. No soy en vuestra divina presencia más que
un condenado, y condenado tan innumerables veces, cuantas he repetido las
ofensas de vuestra infinita bondad. Compadeceos, Dios mío, de mis tinieblas: no
permitáis que pierda tiempo tan oportuno. Enseñadme a tener oración; regid mi memoria;
alumbrad mi entendimiento; moved mi voluntad. Obligaos de vuestra misma bondad
y de los méritos infinitos de vuestra Santísima vida, pasión y muerte, y de los
méritos é intercesión de vuestra Santísima Madre. Poned, Señora, en mi corazón
aquellos pensamientos, afectos y determinaciones que son del agrado de vuestro
Santísimo Hijo.
MEDITACIÓN
1—
¿Con qué sentimiento
debemos presentarnos delante de María para obsequiarla en el Mes de MAYO? Amor, humildad, respeto,
deseo muy ardiente de agradarla, y de cumplir en todo con su santísima voluntad.
2—Propósito
firme de emplear todo el mes en buenas obras, y rendidas gracias que debemos dar
a Dios, por habernos concedido este tiempo para emplearlo en servicio de su
Santísima Madre, y andar por consiguiente un gran pedazo en el camino de nuestra
salvación.
3—Pensar desde ahora en los frutos espirituales que debemos sacar
de esta devoción, como avivar nuestra fe, esperanza y caridad, aumentar más y más
nuestro amor a María, ser más compasivos con los pobres, etc.
ORACIÓN
Que se dirá todos los días después de
la Meditación.
¡Clementísimo Dios y Señor de mi corazón!
¡dulcísimo Jesús mío! ¡sacramentado dueño de mi alma! Os doy las gracias con todo el afecto
de mi pobre corazón, porque me habéis concedido este tiempo para que medite.
Perdonad, Señor, las distracciones, negligencias, flojedad y todos los demás
defectos en que he incurrido en esta Meditación: quedo en ella convencido... y
resuelto... Conozco que todos mis pecados, aunque tan enormes, no pueden
extinguir vuestra infinita bondad: en ella espero firmemente que me habéis de
ayudar con vuestra gracia, para que eternamente os ame, os sirva, conozca y
ponga por obra vuestra santísima voluntad. Asi lo espero de vuestra infinita
piedad y misericordia, y de los méritos y poderosísima intercesión de vuestra
Santísima Madre.
— Ave María.
CANTO
Salve,
Sagrada Virgen.
Estrella
de la mar,
Hija,
Madre y Esposa
De
la alta Trinidad:
¡Salve mil
veces! ¡salve,
Consuelo
del mortal!
Que
al hombre guias tierna,
Cual
faro celestial.
Al
suelo nuestras frentes
Venimos
a postrar,
Humilladas
delante
Las
gradas de tu altar,
Pidiéndote,
Señora,
Te
dignes aceptar
Los
dones que te ofrece
El
misero mortal.
Son
pobres, pero el hombre
No
puede darte más;
Por
eso ha de tomarlos
Tu
mano virginal.
El
lirio y la azucena.
La
rosa y el azahar
Del
floreciente Mayo,
Te
vamos a donar;
Y
en su perfume envuelto,
Queremos
enviar
El
corazón ardiente
A
tu sagrado altar.
El
corazón, Señora,
De
amor henchido va:
Acéptalo,
y entonces
Mas
dicha no querrá.
Bendice
los esfuerzos
Que
a hacer tus hijos van,
Por
ensalzar tus glorias
Con
amoroso afán;
Y
a ver tu rostro bello
Al
cielo subirán,
Y
á ti, querida Madre,
Y
a Dios bendecirán.
PRACTICA PARA MAÑANA
—Abstenerse de alguna
cosa licita y agradable, como algún alimento, para que sirva como de vigilia,
para prepararse al Mes de María.
MES DE MARIA: LAS FLORES DE MAYO.
Por LUCIO MARMOLEJO (1868).
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