Visita a la imagen de NUESTRA SEÑORA DE
GUADALUPE, que se venera en la iglesia de la Congregación, en la ciudad de
Querétaro.
Otra de las muy
célebres y milagrosas copias del prodigioso original de Nuestra Señora de
Guadalupe de México, es la que existe en la ciudad de Querétaro, en el
suntuoso templo llamado la Congregación, fundado por el ilustre Sr.
D. Juan Caballero,
quien hizo colocar allí la hermosa Imagen que nos ocupa, y a quien hemos
consagrado el presente día.
Desde que fué llevada a aquella ciudad, fué
muy apreciada por los queretanos; pero aumentó mucho la veneración, por la
maravilla sucedida en uno de los días en que se solemnizaba la dedicación del
templo. Estaba en una de las torres de la nueva iglesia D.
Félix Caballero,
pariente muy cercano del fundador, viendo los fuegos artificiales, que para
mayor solemnidad se repitieron varias noches consecutivas; y cuando
concluyeron, quiso el dicho D. Félix
bajar el primero, antes que se llenara la escalera con la mucha gente que había
en la torre; y la mucha prisa y la oscuridad de la noche hicieron que en lugar
de tomar la escalera, s e precipitara por el cubo de la torre, golpeándose
fuertemente la cabeza, el rostro y todo el cuerpo contra algunas piedras
sobresalientes de las paredes; y llegando al fondo, quedó sin sentido, y
echando sangre por boca y narices y por las heridas; pero
al caer; invocó de todo corazón a la Virgen Santísima, en su Imagen de
Guadalupe, y al tercer día quedó totalmente sano y sin lesión alguna.
Merecía sin duda el templo una exacta y
circunstanciada descripción, por lo hermoso de su fábrica y la riqueza de sus
adornos; pero el emprenderla, seria demasiado largo, y hasta cierto punto ajeno
de nuestro propósito; quien lo deseare, puede ver la obra titulada: «Glorias de Querétaro,» donde hallará, sobre el asunto, cuanto
pueda apetecer.
VIDA DE MARÍA
María en los celos de Sr. San José.
Vuelve María de Ebron a Nazaret, y el
castísimo José sale lleno de regocijo a recibirla; pero ¡cuál sería su espanto, su sorpresa y su
dolor, al verla con las más claras señales de embarazo! Vuelve a su casa pensativo, pasan días y más días,
y es más evidente la preñez, de suerte que aun los habitantes de la ciudad le dan
los parabienes que entonces se acostumbraban; el hombre santo no puede ya
disimular su aflicción, y lo nota la virginal María. ¡Qué situación la de los dos esposos! ¡qué tormentos tan
crueles padecerían sus sensibles y santos corazones! Admiremos en
José la resolución más heroica que ha tomado jamás un mortal, cuando determinó
huir y expatriarse, para no infamar a su esposa; resolución que admiraron los
ángeles del cielo; y en María, la fidelidad incomparable con que cumplió los sacrificios
que había ofrecido al Señor; le había dado hasta su honor, y nada hace para
defenderlo; con una sola palabra, puede volver a su esposo y a sí misma la
tranquilidad; pero no la pronuncia, porque ignora si es voluntad de Dios; pero
el Altísimo no puede dejar sin premio tan heroicas y nunca vistas acciones, y he
aquí al ángel del Señor que anunciando a José el sublime misterio, le dice: «José, hijo de David,
no temas recibir a María tu mujer; lo que ha nacido en ella es del Espíritu
Santo.»
FIDELIDAD
DE MARÍA
María, Clavel fragantísima.
(Dianthus
Caryophylius.)
Arroja el clavel sobre sus delicados tallos
un gran número de bellas y olorosas flores, tan dobles y tan pomposas, que
doblegan sus débiles y flexibles varas, y parece que quieren ocultar su hermosura;
así como María con las hermosas flores de su fidelidad, doblegó todos los
respetos humanos par a cumplir con el Altísimo, é inclinaba al suelo sus
hermosos ojos, como para ocultar al mundo la belleza inmaculada de sus
virtudes; pero Dios, en recompensa, manifestó al Santísimo José, y más tarde al
universo entero, la fragancia exquisita de su fidelidad, que pudiera ofuscar el
aroma suavísimo del más lindo clavel.
ORACIÓN
¡Madre admirable del Divino Verbo! ¡cuán tiernos y cuan bellos, cuán interesantes y asombrosos son
todos los pasajes de tu vida santísima!
hoy contemplamos llenos de pasmo aquella heroica fortaleza con que
sobrellevaste ver los sufrimientos de tu muy amado esposo, por guardar fiel y
escrupulosamente tus promesas a Dios; haz, Señora,
que nosotros, a imitación tuya, depongamos todo respeto humano, cuando se trate
de servir a Dios y guardar su santísima ley, para que, firmes en su servicio,
por toda la vida, vuele nuestra alma al cielo, cuando llegue la hora de pasar a
la eternidad. Amén.
MEDITACIÓN
1—Ponderemos
la fidelidad de María y la heroicidad de José, haciéndonos cargo de las razones
expuestas ya, que hacen la conducta de los santos esposos digna del asombro del
cielo y de la tierra.
2—Consideremos
con temerosa admiración, cuántas almas se habrán perdido por haber dejado de
cumplir las promesas hechas a Dios; seamos nosotros cautos en hacerlas y muy
exactos en cumplirlas.
3—Hagamos
una comparación entre los bienes que nos acarrea el cumplir con los hombres y
el cumplir con Dios; el cumplir con los hombres nos trae multitud de sinsabores
al ejecutarlo, y después tal vez males; pero suponiendo que sean bienes, duran
un día, y se disipan como el humo; mientras que el cumplir con Dios, nos da, al
ejecutarlo, la dulcísima e inexplicable satisfacción que trae consigo el
cumplimiento de un deber sagrado, y después nos proporciona bienes, que no roen
los gusanos ni carcome la polilla; una eternidad venturosa: ¿por qué nos decidimos?
etc.
CANTO
Mirad
a José de hinojos,
Llena
el ánima de espanto,
Y
el corazón de quebranto
Y
de lágrimas los ojos.
Pidiendo
en su pena dura
Al
Eterno Rey del cielo,
Le
conceda algún consuelo
Que
mitigue su amargura.
Porque
su Esposa adorada,
Que
inmaculada creyera,
Sin
que dudarlo pudiera,
Mira
que está embarazada.
Y
la Madre virginal
Llora
también y suspira,
Porque
de su esposo mira
El
crudelísimo mal.
¿Qué liarán los santos esposos
En tan terrible combate?
¿Sucumbirán al embate
De dolores tan furiosos?
No,
que José determina
A
su Esposa abandonar,
Primero
que la infamar,
Y
ocasionar su ruina;
Y
María su dolor
Dispone
sobrellevar,
Primero
que revelar
Los
favores del Señor.
Mas
Dios no puede dejar
Sin
premio a sus servidores,
Que
quieren más los dolores
Que
a sus promesas fallar;
Y
manda un ángel del cielo
Que
veloz el éter hiende,
Y
hacia el esposo desciende
Par
a llevarle consuelo.
Y
le dice: «José santo,
De David excelso hijo,
Cambia en feliz regocijo
Tu doloroso quebranto.
«El ser que en el seno
ves
De tu Esposa virginal,
Es de origen celestial.
Del Espíritu Santo es.
«Y al Niño que nacerá,
Pondrás de Jesús el nombre,
Y será grande, y al hombre
Con su sangre salvará.»
PRÁCTICA PARA MAÑANA
—Rezar el Oficio Parvo, y
los que no puedan, el Rosario a la Santísima Virgen.
MES DE MARÍA: LAS FLORES DE MAYO.
Por LUCIO MARMOLEJO (1868).
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