Algún modo es tanto más conveniente para
conseguir un fin, cuanto por el mismo concurren mayor número de cosas que son
ventajosas para ese fin. Mas por el hecho de haber
sido liberado el hombre por la Pasión de Cristo, concurren muchas cosas pertenecientes
a la salvación del hombre, además de la liberación del pecado.
1º) Porque por esto conoce el hombre cuánto
le ama Dios, y por ello es excitado a amar a aquél en el que consiste la
perfección de la salvación humana;
por lo cual dice el Apóstol:
Dios hace brillar su
caridad en nosotros; porque aun cuando éramos pecadores, en su tiempo murió
Cristo por nosotros (Rom 5, 8).
2º) Porque por esto nos dio ejemplo de obediencia, humildad, constancia,
justicia y demás virtudes, manifestadas en la Pasión de Cristo, las cuales son
necesarias para la salvación humana.
Por eso se dice: Cristo padeció también por nosotros, dejándoos ejemplo para que
sigáis sus pisadas (I Ped 2, 21).
3º) Cristo, por medio de su Pasión, no sólo libró al hombre del pecado, sino
también le mereció la gracia justificante y la gloria de la bienaventuranza.
4º) Por esto impuso en el hombre mayor necesidad de conservarse libre del
pecado, al pensar que ha sido redimido del pecado por la sangre de Cristo, como dice el Apóstol: Comprados fuisteis por grande precio. Glorificad
a Dios, y llevadle en vuestro cuerpo (I Cor 6, 20).
5º)
Porque esto redundó en mayor dignidad de Cristo, de modo que, así como el
hombre había sido vencido y engañado por el diablo, así también fuese el hombre
quien venciese al diablo; y así como el hombre mereció la muerte, del mismo
modo el hombre venciese a la muerte muriendo.
Por eso se dice: Gracias a Dios, que nos dio la victoria por nuestro Señor
Jesucristo (Cor
15, 57).
(3ª, q. XLVI, a. 3)
MEDITACIONES — Santo Tomás de Aquino
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