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jueves, 19 de septiembre de 2019

MODO PRÁCTICO DE CONFESARSE BIEN Y CON BREVEDAD.




   Primeramente, pedirás la gracia al Señor por intercesión de su bendita Madre, María Santísima.

   Después harás el examen; si no te has confesado en mucho tiempo, lo harás siguiendo los Mandamiento; pero si acostumbras a confesarte a menudo, lo harás por lo que hayas faltado a Dios, al prójimo y a ti misma por comisión y omisión.

   Luego procurarás excitarte al dolor de tus pecados, acercándote al confesor con aquella humildad, confusión y dolor con que el hijo pródigo se acercó a su padre, o con el arrepentimiento que tuvo la Magdalena al acercarse a Jesucristo.

   Ponte, si hay otros aguardando, en el lugar correspondiente, y con el posible recogimiento te excitarás más y más al dolor de tus pecados, repitiendo a menudo los actos de contrición y atrición.

   Cuando te corresponda confesarte te persignarás y santiguarás, y profundamente inclinada dirás: Yo pecadora, etcétera, y darás principio a la confesión de este modo:

   Padre, hace tantos días que no me he confesado. Cumplí la penitencia, o no. Tengo tal estado. He examinado la conciencia, y me acuso:
   En primer lugar, de haber faltado en tales cosas. (Aquí se dirá la falta.)
   En segundo lugar, de haber sido omisa en tal y tal cosa.
   En tercer lugar, de haber dicho tal o tales palabras que no debía, etc., etc.
   Por materia más cierta de este Sacramento, me acuso de todos los pecados de mi vida pasada cometidos contra tal Mandamiento (aquí se dirá el Mandamiento en que hayas faltado en la vida pasada), confesado ya, y en particular del primero y último, y del que es más grave en la presencia divina; de éstos y de todos me acuso y pido con toda humildad perdón a Dios, y a vos, Padre, la penitencia y absolución con propósito de enmendarme asistida de la divina gracia.

   Escucharás después con atención las palabras o la exhortación que te hará el Padre confesor, al cual responderás con brevedad é ingenuamente a las preguntas que te hiciere; y mientras hablare el confesor debes estar atenta, sin pararte en examinar si te ha quedado algo que decir, ni distraerte en otras cosas; finalmente, al tiempo de recibir la absolución dirás el acto de Contrición: Señor mío Jesucristo, etc.

   Será bueno que la persona que trata de perfección dé cuenta, no en cada confesión, sino de vez en cuando, a su director cómo le va en la oración, si es puntual, si se ha detenido en ella todo el tiempo señalado, si en la víspera se prepara a ella leyendo el punto, si nota lo principal que le pasa, etc.

   Con este método se puede fácilmente confesar, y con poco tiempo adelantar en la perfección y llegar por este camino a la patria celestial, a la cual, y no a otro fin, deben dirigirse nuestros pensamientos, obras y deseos.


DEVOCIONARIO.
POR
GABINO CHÁVEZ (Presbítero). —1894.


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