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martes, 13 de noviembre de 2018

TU MISA Y TU VIDA.




En el plan de Dios, el centro del universo no es el hombre, sino Jesucristo, el Verbo Encarnado. Dios ha creado todas las cosas para Cristo. Por Nuestro Señor Jesucristo, en quien el Padre tiene “toda su complacencia” y por María, su Madre, “llena de gracia,” Dios decidió crear al hombre y al universo.

     A este Hijo, en quien el Padre se complace, le habrían de ser dados unos amigos, y por eso fue creado el Hombre. (La raza humana representa a “los amigos del Novio” mencionados por Nuestro Señor en el Evangelio). Y a este Hijo tan amado, su Padre celestial le dio una casa y un jardín, y por eso fue creado el universo. El Hombre, creado para Cristo, fue amado por Él. Por tanto somos como “un regalo de bodas” de Dios Padre a Jesucristo, el novio.  

     En Él, por Él y para Él, somos agradables al Padre celestial. Sin Él, no somos nada. Esto último es muy importante para entender un poco qué es la Misa. Nuestros sacrificios tendrán valor solamente si están unidos al sacrificio de Cristo. Ya que hemos salido del corazón de Dios solamente para complacer a Jesús, entonces somos todos hermanos. La creación misma es nuestra familia. ¿Qué somos acaso el universo y yo, sino una delicada atención del Padre para con su Divino Hijo?

     La creación, llevada a la existencia por el amante poder de Dios, siempre guardará algo de infinito hacia Él, hasta el tiempo en el cual retorne a la fuente de su perfección; allí recibirá de esa misma fuente su perfección final y su beatitud. He aquí el plan de la creación, que se nos aparece como una imagen y una prolongación de la fecundidad de la Santísima Trinidad. El orden cronológico de este plan es el siguiente:

(1) Creación del cielo;
(2) Creación de la tierra;
(3) Creación de los minerales, de la vegetación y de los animales;
(4) Creación del hombre.

     Y por más que el hombre pueda ser el rey de esa creación que lo ha precedido en existencia, con todo, no es el fin mismo de la creación.

     El hombre—simple eslabón de una cadena que debe terminar en Dios—debe caminar por la senda de la Santísima Virgen María. ¡Ella es la joya más amada por Dios, en la cual se formó quien debía contener a todas las cosas, Jesucristo! Cristo es el centro del universo. Precede a todas las creaturas: “ÉL ES ANTES DE TODAS LAS COSAS” (Col. 1,17). “EL PRIMOGÉNITO DE TODA CREACIÓN” (Col. 1,15). “EN PRINCIPIO ERA EL VERBO…” (Jn. 1,1).

     “TODAS LAS COSA FUERON CREADAS POR MEDIO DE ÉL Y PARA ÉL” (Col. 1,16-17).

     TODA LAS COSAS SON POR ÉL. “Sin Él nada se hizo de lo que ha sido hecho” (Jn. 1,3). “Sustentando todas las cosas con la palabra de su poder” (Heb. 1,3).

     TODAS LAS COSAS ESTAN EN ÉL. “Bendito sea el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que en Cristo nos bendijo con toda bendición espiritual ya en los cielos, pues desde antes de la fundación del mundo nos escogió en Cristo” (Ef. 1,3-4).

     TODAS LAS COSAS SON DE ÉL. “En su Hijo, a quien ha constituido heredero de todo” (Heb. 1,2). “Yo soy el Alfa y el Omega, el primero y el último, el principio y el fin” (Apoc. 22,13).


“MISAL DIARIO”
Católico Apostólico Romano-1962.

    

2 comentarios:

  1. Este texto es formidable como introducción y catequesis de la Santa Misa. Saben si está en pdf o puede conseguirse así?

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    1. Esta escrito de esta forma en el Misal Diario, Católico Apostólico Romano de 1962. La FSSPX la vende y nosotros la usamos para las Misa.

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