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sábado, 7 de diciembre de 2024

MARÍA INMACULADA. — EL MISTERIO.

 




Medita bien lo que significa y representa este misterio y procura ahondar en él, pues es muy provechoso conocerlo a fondo.




1. ° Estado de la humanidad antes del pecado.





— Recuerda lo que era y lo que hubiera sido el hombre sin el pecado de Adán.

¡Plan sublime y magnífico el de Dios!

— Terminada la creación de los demás seres, el Señor quiere nombrar y crear un Rey de aquella creación, y piensa en el hombre... con qué cariño le forma en su cuerpo... con sus propias manos... no con su palabra, como a las otras criaturas.

— Y, sobre todo, cómo le infunde el alma, espiritual, inmortal, imagen y semejanza de su divinidad. Esto es poco, recuerda el paraíso terrestre, lugar de delicias y palacio de ese hombre... la vida feliz, sin penas, amarguras, sufrimientos, dolores, lágrimas, etc..., nada de pena, todo era alegría y satisfacción.

— En su alma puso la integridad o sujeción de las pasiones a la razón... la ciencia infusa para saberlo todo sin trabajo ni estudio, y sobre todo, la gracia santificante para que fuera santo siempre.

— El destino de la humanidad, ser feliz y ser santa sirviendo y amando a Dios sin cesar..., su fin, sin pasar por la muerte, trasladarse al Cielo, para alabar allí a Dios eternamente.

— ¡Magnífico, sublime, divino, el plan le Dios!

— Detente a meditarlo, a saborearlo y gustarlo como si fuera real y efectivo.




2. ° La caída.



— Vino el pecado y con él todos los males.

— El autor del dolor y del sufrimiento no fue Dios... Él no nos hizo para sufrir, fuimos nosotros mismos al pecar.

— El maldito pecado, causa de todo mal.

— Contempla las tristezas, angustias, dolores y tormentos del corazón humano, desde Adán hasta ahora... mira las enfermedades asquerosas, dolorosas y repugnantes que afligen al hombre, y sobre todo, la muerte con sus sufrimientos y agonías, con su humillación y corrupción del sepulcro... ¡qué cuadro más horrible!

— Todo por aquel pecado.

— Compara aquel plan felicísimo de Dios y este estado tan lastimoso del hombre.

— Ahora, pasiones brutales que nos asemejan a las bestias..., pecados de todas clases aun los más bajos y degradantes...pérdida de la santidad, de la inmortalidad y de la vista de Dios... y más que nada, el infierno como término de esta vida tan triste, pues el cielo se cerró con aquel pecado y ya nadie podía entrar en él.

Medita bien esto, y deduce de aquí lo que será el pecado cuando Dios justo así lo castiga.





3. ° Universalidad de este pecado.



— Lo peor de este pecado es que fue universal para todo el género humano.

— Adán en el Paraíso no era una persona particular, era la fuente de la vida que se había de propagar a todos los hombres..., representaba a la humanidad..., allí en él, estábamos todos incluidos.

— Todo lo que Dios le dio, no fue sólo para él, sino también para los demás..., todos habíamos de ser iguales a él.

— Esto no es una injusticia ni una crueldad.

— Si un padre es inmensamente rico, ricos serán sus hijos..., pero si ese padre dilapida su hacienda y se queda sin nada, aunque no tengan culpa, sus hijos nacerán en la pobreza, ¡esto es natural!... Así fue con nosotros.

— Nadie más rico que Adán, nosotros también debíamos serlo, así lo quiso Dios... pero todo lo perdió él y nacimos sus hijos desnudos en el cuerpo y en el alma, ¡qué pena!, pero es la verdad.




4. ° María Inmaculada.



— Contempla ahora el alma de María al entrar en el mundo.

— También ella debía ser como nosotros y nacer como nosotros... pero Dios la exceptúa y Ella sola... la única... nace tal, cual se formó en las manos del Señor... pura... limpia... sin mancha...inmaculada.

— Detente a admirar esta hermosura y a felicitar a María por ser inmaculada.

— Mira a los ángeles acompañándola con palmas y celebrando su entrada en este mundo que no es una derrota como en nosotros, sino un triunfo sobre la serpiente.

— Canta con los ángeles alabanzas a la Virgen, al verla así tan hermosa aparecer en la tierra.

— No ha habido, ni habrá flor más blanca que el alma de María en su concepción.

— Piensa además, cómo por no pecar, no debió de sufrir, ni padecer, ni morir, pero Dios quiso que fuera así, para ser como su Hijo, que por amor se abrazó a la Cruz. Esto es: en Ella, el sufrimiento no fue como en nosotros por castigo, sino por amor a Dios, para ser como Jesús... y por amor a los hombres, para servirnos de consuelo.

— Dala gracias por ello, y anímate a sufrir como Ella y a amar la Cruz también como Ella.  



“MEDITACIONES SOBRE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA”.


ILDEFONSO RODRÍGUEZ VILLAR— 1940.


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