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martes, 23 de noviembre de 2021

¿QUÉ ES LA FAMILIA? ¿QUIÉN LA INSTITUYÓ?


 

   La familia, como su mismo nombre lo indica, quiere decir “servidumbre” —de la palabra latina “fanmlus” o sea sirviente—. Es, en sí misma, una agrupación de personas unidas por lazos consanguíneos o de afecto y ligadas por derechos y deberes para el servicio mutuo En su acepción más sencilla es la sociedad formada por una mujer y un hombre unidos en matrimonio y sus hijos. En una concepción más amplia incluye a otros parientes e incluso a personas sin parentesco alguno, pero que viven bajo un mismo techo y actúan bajo las órdenes de un jefe de familia.

 

   De estas definiciones podemos deducir “la grandeza de la familia”. A primera vista, la palabra servidumbre choca. Nuestro primer impulso —siempre egoísta y orgulloso— rechaza todo lo que nos lleva a servir, a sacrificamos, a dar. Hemos sido creados para conocer, amar y servir a Dios y así ganar el cielo, pero nuestra naturaleza caída por el pecado original hace de nuestra vida una Lucha constante entre servir a Dios, Nuestro Señor, o querer que todos nos sirvan a nosotros, inclusive el mismo Dios. Y —precisamente— esa es la grandeza de la familia: es una institución en donde recibimos la ayuda que necesitamos de los demás —el sustento del padre, su guía, su ejemplo, el cariño de la madre, sus cuidados, su apoyo; la comprensión de los abuelos, sus mimos, su experiencia, la ayuda mutua entre los esposos, la compañía de los hermanos, la atención de los ancianos—, pero también es el lugar en dónde nos enseñamos a dar, a vencer nuestro egoísmo, a combatir nuestro orgullo, en una palabra a “amar”.

 

   Bendita familia la que tenemos, con pocos o con muchos defectos de sus diferentes miembros, pero familia al fin en donde recibimos tantas cosas que necesitamos, que por cotidianas nos parecen comunes, habituales, pero que si lo pensamos bien: ¿qué hubiera sido de nosotros sin una familia, sin nuestra, familia? Y bendita familia en donde, aprendemos a dar, en donde servimos diariamente casi sin sentirlo, porque nos mueve el cariño por los nuestros y, cuando hay cariño, ¡qué fácil es servir!

 

   Podemos resumir diciendo “la familia es una fábrica de amor”, es una institución que me permite obtener lo necesario, —material, emocional y espiritualmente— para vivir, pero, sobre todo, es el lugar en, donde me enseñan a amar, me enseñan a vencer mi egoísmo, me enseñan a cumplir el fin para el que fui creado y por lo tanto me muestran y me fuerzan —con la lucha de la vida diaria— a amar a Dios y a ganar el cielo. Mi familia, mí bendita familia, nuestras benditas familias, son “fábricas de: sanitos” que santos son los que “venciéndose a sí mismos, se deciden a amar a Dios y así poder algún día ganarse el cielo.”

 

 

LA FUNCION NATURAL Y SOBRENATURAL DE LA 

FAMILIA.

 

 

   Este es otro de los argumentos que muestran la grandeza de la familia Santo Tomás dice: la familia completa está formada por tres sociedades parciales: la sociedad conyugal, formada por marido y mujer, la paternal, constituida por padres e hijos; y la heril, que resulta de la suma de otros integrantes con inter cambio de servicios. El conjunto de estas sociedades forma la sociedad doméstica (de “domus”, “casa”) porque todos los que componen la familia viven bajo el mismo techo, en el mismo hogar. Así que la familia es un cúmulo de sociedades naturales y por ello está por sobre cualquier institución artificial. Pero ¿qué quiero decirte con eso de que es una sociedad natural? Pues que la ha creado el Creador de todas las cosas naturales, o sea Dios.

 

   Dios creó a Adán, el primer hombre, pero luego dijo: No está bien que el hombre esté solo, hagámosle una ayuda semejante a él. Y así Dios creó a Eva, la primera mujer. Pero no quiso dejar ahí las cosas, los bendijo (el primer matrimonio) y les ordenó: Creced y multiplicaos (la primera familia) y llenad la tierra (la creación de la sociedad a partir de la familia). Tal es el excelso origen de la familia: es obra del pensamiento, de las manos, de las divinas complacencias del Sumo Hacedor, y es obra inmutable, y, por lo tanto, no morirá mientras duren los siglos. ¿Por qué? Porque Dios ha querido darle a la familia la función esencial de la “procreación de los hijos”. ¡Misterio profundo el de este instinto vital! Dejará el hombre a su Padre y a su Madre y se juntará a su mujer y serán dos en una sola carne. Y el prodigio se obra, la nueva vida aparece en el mundo.

 

   Me dirán, ¿por qué la vida humana no puede brotar de otra fuente que no sea la familia? Porque Dios no lo quiso, así de sencillo. La familia y sólo la familia es el gran reservorio de la vida humana en el mundo. Y ello, por sí mismo, es una de las razones de su grandeza: porque en el orden, natural, nada hay más grande que el poder generar nueva vida.

 

   Pero, ¿y en el orden sobrenatural? Pues en este segundo orden la familia católica es obra de Jesucristo. El sobrenaturalizó a la familia, al fundamentarla en él sacramento del matrimonio. En la elevó a lo sobrenatural, ya que no sólo procreará hijos, sino, como lo mencioné antes, podrá forjar sus almas para llevarlas al cielo, y esa es una función divina. Es por ello que la familia tiene, —y siempre debe de tener— un carácter religioso, ella se constituye en presencia de la Iglesia, la sociedad religiosa fundada por Jesucristo; se proclama ante los fieles en medio de las solemnidades litúrgicas y se mantiene indisoluble recibiendo la gracia sacramental.

 

  ¿Qué piensas ahora de la familia, de tu familia? Dios la creó para ti. Para servirte de ella y para servir en ella. Para amar y ser amado en ella, pero, sobre todo, para que te ayuden y tú ayudes —a los demás miembros de tu familia— a ganar el cielo, enamorándose todos de Dios.

 



 

LA FAMILIA, LA BASE DE LA SOCIEDAD.

 

 

   Dios puso en el hombre el instinto social, el cual se inicia en la familia, pero ese instinto social rebasa los límites de la casa y tiende a la asociación de las familias entre sí para constituir los pueblos, los municipios, las ciudades, las provincias, los países, los reinos o imperios No le basta al hombre la familia, porque sólo en ella no puede lograr todos sus fines, las familias necesitan unir esfuerzos, mancomunándose para ser más fuertes, para lograr aprovechar todos los bienes que Dios puso en el mundo y para poder defenderse de los diferentes peligros —naturales o morales— que atacan a la sociedad.

 

   Si bien, la familia no es el todo, no es la sociedad completa, si es la base, la semilla, la célula de la sociedad: ésta es otra causa de su grandeza. Sin embargo, al igual que el cuerpo humano, si las células son vigorosas, si están sanas, si cumplen sus funciones ¿el cuerpo está sano y funciona estupendamente? Pero, si la célula enferma, si la familia se “naturaliza”, si deja de ser religiosa, el cuerpo, —es decir, la sociedad— degenera en una institución amorfa, vacía e inmediatamente se degrada y comienza —como le sucede al cuerpo— a pudrirse, a entrar en putrefacción.

 

   Forma familias religiosas, familias unidas, familias santas y tendrás pueblos buenos, ciudades fuertes, honradas y trabajadoras, una civilización católica. Teocéntrica, en donde Dios es el centro de la vida de esa civilización. Vean nuestros pueblos mexicanos, la mayoría tiene tradiciones católicas y la mayoría tienen una iglesia, una basílica, una catedral en el centro del mismo, en la parte más importante de la ciudad. Vean —en cambio— las ciudades donde las familias tienen otras religiones o donde no hay ya religión alguna y en el centro de ellas encontrarán —como su dios— los bancos, los centros comerciales, los cabarets y los burdeles. Esta última sociedad ha empezado por ser antropocéntrica (teniendo como centro al hombre) para acabar, en poco tiempo, poniendo como centro la degeneración moral, o, en otras palabras —reales, aunque suenen duras— al mismo Satanás.

 

   Permítanme terminar estas líneas sobre la familia, enfatizando el papel de Dios en ella:

 

• Dios formó y trató directamente a la primera familia.

•Dios fue el vengador del primer agravio fraternal en la persona de Caín.

•Dios salva al mundo pervertido valiéndose de la familia de Noé.

•Dios elige a su pueblo de la familia de Abraham.

•Dios envía a su Único Hijo a hacerse hombre para salvamos: Jesucristo, N.S., que, concebido por obra del Espíritu Santo, nace de Santa María Virgen ¡y quiso! con Ella y con San José, su padre adoptivo, formar la Sagrada Familia. para que fuera el modelo a seguir para todas las familias católicas.

 



 

   La familia viene de Dios y a Dios se dirige. No impidamos que alcance la grandeza para la que Dios la creó. Tu familia puede, tu familia debe, hacer “SANTOS”.

 

 

H. Guiscafré G.

FAMILIA CATOLICA —1997.

 

 


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