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viernes, 4 de enero de 2019

UTILIDAD DEL NOMBRE DE JESÚS. —3 de enero.




   Debemos saber que este nombre tiene una virtud inmensa y múltiple. Es refugio para los penitentes, remedio para los enfermos, ayuda para los que luchan, sufragio para los que oran, pues confiere el perdón de los pecados, la gracia de la salud, la victoria a los tentados, la fuerza y la confianza de alcanzar la salvación.

   En cuanto al perdón de los pecados, dice San Juan en su Epístola I (2, 12): Os escribo a vosotros, hijitos, porque os son perdonados vuestros pecados por su nombre. Y San Agustín añade: “¿Qué significa Jesús, sino Salvador? Luego por ti mismo sé Jesús para mí. No tengas presente, Señor, mi mal, de modo que te olvides de tu bien. Pero debe advertirse que este nombre se impone en la circuncisión; con lo que se significa que se salvan los circuncidados espiritualmente.” Por eso dice San Bernardo: “Es necesario, hermanos, que nosotros seamos circuncidados, para poder así recibir el nombre de salvación; ser circuncidados no literalmente, sino en espíritu y en verdad.”

   En cuanto a la gracia de la salud se dice en el Cantar de los Cantares (1, 2): Óleo derramado es tu nombre. Porque el óleo es alivio del dolor, y también lo es este nombre de Jesús. San Bernardo dice: “Tienes, alma mía, un electuario escondido en el vaso pequeño de un vocablo, que es Jesús, el cual jamás fue ineficaz para ninguna epidemia”. Y Pedro de Ravena: “Éste es el nombre que dio vista a los ciegos, oído a los sordos, paso a los cojos, palabra a los mudos, vida a los muertos.”

   En cuanto a la victoria en las tentaciones, se lee en los Proverbios (18, 10): Torre fortísima el nombre del Señor; y San Marcos: Lanzarán demonios en mi nombre (16, 17); y en San Lucas: Y volvieron los setenta y dos con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre (10, 17). Y Pedro de Ravena: “La virtud de este nombre, de Jesús, ahuyentó de los posesos toda la potestad del diablo.”

   En cuanto a la confianza saludable, dice San Juan: Todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, yo lo haré (14, 13). A este propósito dice San Agustín: “En mi nombre, que es Cristo Jesús. Cristo significa Rey, Jesús significa Salvador; y todo lo que pedimos por él, lo pedimos en nombre del Salvador, y él es Salvador, no solamente cuando hace lo que pedimos, sino también cuando no lo hace; porque cuando ve que lo que se pide es contrario a la salvación, se muestra salvador no haciéndolo. Pues el médico conoce lo que pide el enfermo, ya en favor de su propia salud, ya contra ella; por consiguiente, no hace la voluntad contraria del que pide, a fin de sanarlo.”

   Advierte las palabras de San Bernardo acerca de la circuncisión de Cristo y de la imposición de su nombre: “¡Grande y admirable misterio!: es circuncidado el niño y se le llama Jesús. ¿Qué quiere decir esta conexión? Reconoce al mediador entre Dios y los hombres que desde el mismo comienzo de su nacimiento asocia lo humano a lo divino, lo ínfimo a lo sumo. Nace de mujer, pero de tal modo llega a ella el fruto de la fecundidad, que no pierde la flor de la virginidad. Es envuelto en pañales, pero estos pañales son honrados con alabanzas angélicas. Se esconde en un pesebre, pero es descubierto por una estrella radiante en el cielo. Del mismo modo la circuncisión prueba también la verdad de la humanidad tomada, y el nombre, que está sobre todo nombre, indica la gloria de su majestad.”

(De Humanitate Christi, cap. XXVI).






MEDITACIONES DE ADVIENTO—NAVIDAD.
Santo Tomás de Aquino.

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