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martes, 2 de julio de 2024

JUNIO: MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS TRÍGESIMOPRIMER DÍA: El Corazón de Jesús, Celoso de las almas.

 


Jardín del Sagrado Corazón de Jesús.

 Breve Mes en su honor POR Gabino

 Chávez, Pbro. México año 1901.

“Entra en este jardín delicioso para reanimar tu alma enferma” — (El Señor

 a la Santa Margarita María Alacoque)

 

 Acto de Contrición.

 

   Adorable Salvador mío, lleno de confusión y de vergüenza, vengo a postrarme a vuestras plantas, a pediros perdón y misericordia; bien conozco, Señor, que no lo merezco, antes soy indigno de ser escuchado pues innumerables veces he despreciado la gracia recibida, abusando de vuestra bondad y clemencia; el conocimiento de mi infidelidad é inconstancia me acobarda y desalienta, porque el ingrato no es digno de nuevos favores; pero vuestra voz dulcísima me alienta y anima cuando dice: “Venid a mí todos” ¿Conque aún es tiempo, Jesús mío? ¿puedo aun esperar el perdón y la misericordia? ¡Oh Corazón compasivo de mi Jesús! ¡Bendito seáis! ¡a Vos me acojo, sed Vos mi asilo, mi refugio, mi esperanza y mi consuelo! Padre Eterno, mucho os he ofendido y he sido muy ingrato correspondiendo los favores con ofensas; mas ya me arrepiento muy de veras; perdonadme, y recibid en desagravio el Corazón amorosísimo de Jesús vuestro Hijo: yo os ofrezco sus méritos, sus virtudes y sus penas; y por ellos espero el perdón y la gracia de vuestro amor. Amén.

 

Oración preparatoria para todos los días.


   Amabilísimo Jesús mío, que con tanto amor convidasteis a la bienaventurada Margarita a que entrase en vuestro Sagrado Corazón, como en un jardín delicioso lleno de flores de admirable variedad, de incomparable hermosura y suavísima fragancia, diciéndole que escogiese cuantas le agradasen. ¡Ah Señor! permitidme entrar, aunque tan indigno, en ese jardín florido, en ese paraíso de celestiales delicias, en vuestro divino Corazón, y si queréis que escoja las flores que me agraden, yo os pido el lirio de la pureza, la rosa del amor, y la violeta de la humildad, ya que con estas las tendré todas, pues son inseparables; y teniéndolas todas mi corazón, a semejanza del vuestro, se transformará en un jardín de delicias para Vos, y entonces podré deciros con la esposa: “Venga mi Amado a su huerto.” Concededme, Señor, esta gracia; quitad de mi corazón las espinas del pecado, destruid todo lo que en él os desagrada, y plantad todas las flores que os deleiten, para que no haya en mí cosa que os disguste, ¡oh mi Dios, y mi amor, y todo mi bien! Así sea.




 

 

DÍA TREINTA Y UNO (1º de julio).

 

 

El Corazón de Jesús, Celoso de las almas.

 

 

1. Del celo de las almas que tuvo Jesucristo, dicen las Santas Escrituras que le enflaqueció o lo devoró; (Salm. LXVIII, 10) y en persona del Señor decía también David: “mi celo me ha hecho debilitar y perder el color.” (Salm. CXVIII, 139). Porque, aunque se hable del celo de la casa del Señor, sabido es que las almas son también casas vivas, en donde habita; y por eso, cuando dice que el celo lo ha enflaquecido, añade la razón, “porque han olvidado tus palabras mis enemigos;” es decir, porque han olvidado los mandamientos de la santa ley del Señor. Y este celo le devoró, porque él le hizo sudar sangre en el huerto de los olivos, le hizo derramarla como una lluvia en la columna, y le hizo expirar entre durísimos tormentos en la cruz. De aquí es, que la primera palabra que en ella habló nuestro divino Salvador, fué arrancada de su pecho y de sus labios por el celo que le devoraba del bien de las almas, pues de ellas se ocupa antes que todo, y exhala hacia su eterno Padre aquel grito de amor y de misericordia: “Padre, perdónalos que no saben lo que hacen”.

 

 

2. Mas si el celo no es otra cosa que la flama de la caridad, y el hogar de la caridad es el Corazón de Jesucristo, como lo llama la Iglesia en sus letanías, claro viene a ser que el Sagrado Corazón, es el que arde en llamas de celo por nuestro bien: el celo de nuestras almas le hizo arrojar, en la noche de su pasión, con tal violencia su preciosa sangre, que corría a gotas hasta caer en la tierra, como para bañarla con un riego divino, y purificarla de las manchas conque el hombre la tenía contaminada; ese celo lo llenó de tristeza hasta la muerte: y ese mismo celo, lo hizo aun después de la muerte entregarse a la lanza del soldado para dar salida a la inmensidad de su amor, con las últimas gotas de su sangre. ¿Con qué celo no deberemos tratar de salvarnos, cuando el Señor perdió la vida para alcanzárnoslo? Pidamos al Sagrado Corazón de Jesús el celo de la salvación de las almas, para procurar, no sólo la nuestra, sino también la de nuestros hermanos.

 

 

 

Práctica: Una ferviente comunión en honor del Sagrado Corazón de Jesús.

 

 

 

Oración.

 

 

   Escrito está en las Santas Escrituras que Vos sois un Dios celoso. (Exod. XX, 5).  Vuestro amante Corazón nos hace el honor de estar celoso de este nuestro, tan pobre, tan ruin y miserable; no queréis que le entreguemos a las viles criaturas, y aun os quejáis justamente de que os hemos faltado con muchos amadores, prometiendo recibirnos, no obstante, en vuestros brazos, si arrepentidos acudimos a vuestro llamamiento. ¡Bendito sea mil veces tanto amor! ¡Bendita tanta bondad y misericordia! ¡Bendito tan ardiente y compasivo celo! Haced, Corazón sacratísimo, que os ame a Vos solo; que, a vuestra imitación, sea celoso del bien de mis hermanos: que mi celo me haga enflaquecer como al profeta; que mi celo me devore y me consuma, para que, dándoos muchas almas, merezca la mía ir a veros y gozaros eternamente. Amén.


Oración Final

 

   Corazón de mi Jesús, ya he procurado entrar en el jardín que sois Vos, meditando alguno de vuestros títulos gloriosos, o de vuestros oficios misericordiosos, o de vuestras dignidades maravillosas; ya me he sentado por algunos instantes bajo de la sombra de aquel que había deseado, y he aspirado el aroma de sus purísimas flores, y he saboreado alguno de sus frutos, dulcísimos a mi garganta. Haced, Corazón divino, que yo me nutra con tan regalados manjares, que yo no quiera habitar ya entre la turba de las criaturas; sino que en Vos ponga el dulce nido donde fomente los santos deseos, y los fervientes afectos; y que en vuestro adorable Corazón haga perpetua morada; que allí habite, pues para eso lo he escogido, y allí me vea siempre libre de mis enemigos, siempre lleno de amor para con Vos, siempre agradecido a vuestras grandes finezas; y pasando mi vida allí escondido, como el santo Job pueda allí exclamar: “En mi nidito moriré; y como la palma multiplicaré los días,” (Job. XXIX , 18) siendo trasplantado a los jardines eternos del paraíso celestial. Amén.

 

—Un Credo al Sagrado Corazón.

 

Jaculatoria

 

. Corazón de Jesús, jardín de celestiales delicias.

. En tí viva, y en tí muera, y te goce eternamente.


JUNIO: MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS. TRÍGESIMO DÍA: El Corazón de Jesús, vida del alma.

 


Jardín del Sagrado Corazón de Jesús.

 Breve Mes en su honor POR Gabino

 Chávez, Pbro. México año 1901.

“Entra en este jardín delicioso para reanimar tu alma enferma” — (El Señor

 a la Santa Margarita María Alacoque)

 

 Acto de Contrición.

 

   Adorable Salvador mío, lleno de confusión y de vergüenza, vengo a postrarme a vuestras plantas, a pediros perdón y misericordia; bien conozco, Señor, que no lo merezco, antes soy indigno de ser escuchado pues innumerables veces he despreciado la gracia recibida, abusando de vuestra bondad y clemencia; el conocimiento de mi infidelidad é inconstancia me acobarda y desalienta, porque el ingrato no es digno de nuevos favores; pero vuestra voz dulcísima me alienta y anima cuando dice: “Venid a mí todos” ¿Conque aún es tiempo, Jesús mío? ¿puedo aun esperar el perdón y la misericordia? ¡Oh Corazón compasivo de mi Jesús! ¡Bendito seáis! ¡a Vos me acojo, sed Vos mi asilo, mi refugio, mi esperanza y mi consuelo! Padre Eterno, mucho os he ofendido y he sido muy ingrato correspondiendo los favores con ofensas; mas ya me arrepiento muy de veras; perdonadme, y recibid en desagravio el Corazón amorosísimo de Jesús vuestro Hijo: yo os ofrezco sus méritos, sus virtudes y sus penas; y por ellos espero el perdón y la gracia de vuestro amor. Amén.

 

Oración preparatoria para todos los días.


   Amabilísimo Jesús mío, que con tanto amor convidasteis a la bienaventurada Margarita a que entrase en vuestro Sagrado Corazón, como en un jardín delicioso lleno de flores de admirable variedad, de incomparable hermosura y suavísima fragancia, diciéndole que escogiese cuantas le agradasen. ¡Ah Señor! permitidme entrar, aunque tan indigno, en ese jardín florido, en ese paraíso de celestiales delicias, en vuestro divino Corazón, y si queréis que escoja las flores que me agraden, yo os pido el lirio de la pureza, la rosa del amor, y la violeta de la humildad, ya que con estas las tendré todas, pues son inseparables; y teniéndolas todas mi corazón, a semejanza del vuestro, se transformará en un jardín de delicias para Vos, y entonces podré deciros con la esposa: “Venga mi Amado a su huerto.” Concededme, Señor, esta gracia; quitad de mi corazón las espinas del pecado, destruid todo lo que en él os desagrada, y plantad todas las flores que os deleiten, para que no haya en mí cosa que os disguste, ¡oh mi Dios, y mi amor, y todo mi bien! Así sea.





 

DÍA TREINTA (30 de junio).

 

 

 

El Corazón de Jesús, vida del alma.

 

 

1-  Nuestro divino Salvador es al mismo tiempo nuestra vida, y el que nos da la vida y el sustento de nuestra vida. Nuestra vida se llamó cuando dijo: “yo soy camino, verdad y vida.” (Joan. XIV, 6). Es el que nos da y nos aumenta la vida, pues también pronunció estas palabras: “Yo vine para que tengan vida, y para que la tengan con más abundancia” (Joan X, 10). Y es el alimentó de nuestra vida, pues aseguró que el pan que daría, sería su carne para la vida del mundo. (Joan VI, 52). Es también como el medio en que pasa nuestra vida, pues dice el Apóstol, que “en Él vivimos, nos movemos y existimos.” (Act. XVII, 28). Jesucristo es como el alma de nuestra alma, y la vida de nuestra vida, pues el apóstol San Pablo decía de sí mismo: “Vivo yo, mas ya no yo, sino Cristo es quien vive en mí:” (Galat. II, 20). Y pues amamos tanto nuestra vida, amemos a nuestro Señor Jesucristo que nos la da, nos la sustenta, nos la aumenta, y se hace a sí mismo vida nuestra.

 

 

2. La vida natural que gozamos, depende del corazón; Santo Tomás observa con los sabios antiguos, que en el hombre el corazón es lo primero que vive y lo último que muere. Y si la vida natural de nuestro amado Redentor, como la nuestra, (pues es verdadero hombre), reside en el corazón y de él depende, claro es que ese divino Corazón nos da la vida, y en cierto modo nos anima, nos conserva y nos alienta. Con razón San Bernardo lo saluda diciendo que la muerte “entró en aquel aposento, en donde vive la vida del mundo.” ¿Que sentirían aquellas almas a quienes el Señor tocaba el corazón con el suyo inflamado, como la Bienaventurada Margarita, o cambiaba los corazones como Santa Catalina de Sena?... Mas si no podemos aspirar a tan estupendas mercedes: pero sí podemos esmerarnos en vivir con la vida del Sagrado Corazón de Jesús, imitando sus virtudes, siendo mansos y humildes, llenos de compasión con los pecadores, de bondad con todos nuestros prójimos, y de amor y caridad para con Dios. Así viviremos de alguna manera la vida divina del Santísimo Corazón del Salvador.

 

Práctica. Recobrad o aumentad la vida del alma por el Sacramento de la penitencia.

 

 

Oración.

 

 

   Vos solo sois, Señor, mi vida: con Vos vivo y sin Vos muero; vivid en mi memoria por el continuo recuerdo de vuestros beneficios; vivid en mi pensamiento por la meditación de vuestras grandezas; vivid en mi voluntad por el amor más ardiente y más puro; vivid en todo mi ser, para que ya que Vos sois un Dios vivo y verdadero, encuentre yo en vuestro vivífico Corazón la vida del alma, la vida de la gracia, y después la vida inmortal de la gloria. Amén.


Oración Final

 

   Corazón de mi Jesús, ya he procurado entrar en el jardín que sois Vos, meditando alguno de vuestros títulos gloriosos, o de vuestros oficios misericordiosos, o de vuestras dignidades maravillosas; ya me he sentado por algunos instantes bajo de la sombra de aquel que había deseado, y he aspirado el aroma de sus purísimas flores, y he saboreado alguno de sus frutos, dulcísimos a mi garganta. Haced, Corazón divino, que yo me nutra con tan regalados manjares, que yo no quiera habitar ya entre la turba de las criaturas; sino que en Vos ponga el dulce nido donde fomente los santos deseos, y los fervientes afectos; y que en vuestro adorable Corazón haga perpetua morada; que allí habite, pues para eso lo he escogido, y allí me vea siempre libre de mis enemigos, siempre lleno de amor para con Vos, siempre agradecido a vuestras grandes finezas; y pasando mi vida allí escondido, como el santo Job pueda allí exclamar: “En mi nidito moriré; y como la palma multiplicaré los días,” (Job. XXIX , 18) siendo trasplantado a los jardines eternos del paraíso celestial. Amén.

 

—Un Credo al Sagrado Corazón.

 

Jaculatoria

 

. Corazón de Jesús, jardín de celestiales delicias.

. En tí viva, y en tí muera, y te goce eternamente.


JUNIO: MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS. VIGÉSIMONOVENO DÍA: El Corazón de Jesús, Único bien del alma.

 


Jardín del Sagrado Corazón de Jesús.

 Breve Mes en su honor POR Gabino

 Chávez, Pbro. México año 1901.

“Entra en este jardín delicioso para reanimar tu alma enferma” — (El Señor

 a la Santa Margarita María Alacoque)


 

 Acto de Contrición.

 

   Adorable Salvador mío, lleno de confusión y de vergüenza, vengo a postrarme a vuestras plantas, a pediros perdón y misericordia; bien conozco, Señor, que no lo merezco, antes soy indigno de ser escuchado pues innumerables veces he despreciado la gracia recibida, abusando de vuestra bondad y clemencia; el conocimiento de mi infidelidad é inconstancia me acobarda y desalienta, porque el ingrato no es digno de nuevos favores; pero vuestra voz dulcísima me alienta y anima cuando dice: “Venid a mí todos” ¿Conque aún es tiempo, Jesús mío? ¿puedo aun esperar el perdón y la misericordia? ¡Oh Corazón compasivo de mi Jesús! ¡Bendito seáis! ¡a Vos me acojo, sed Vos mi asilo, mi refugio, mi esperanza y mi consuelo! Padre Eterno, mucho os he ofendido y he sido muy ingrato correspondiendo los favores con ofensas; mas ya me arrepiento muy de veras; perdonadme, y recibid en desagravio el Corazón amorosísimo de Jesús vuestro Hijo: yo os ofrezco sus méritos, sus virtudes y sus penas; y por ellos espero el perdón y la gracia de vuestro amor. Amén.

 

Oración preparatoria para todos los días.


   Amabilísimo Jesús mío, que con tanto amor convidasteis a la bienaventurada Margarita a que entrase en vuestro Sagrado Corazón, como en un jardín delicioso lleno de flores de admirable variedad, de incomparable hermosura y suavísima fragancia, diciéndole que escogiese cuantas le agradasen. ¡Ah Señor! permitidme entrar, aunque tan indigno, en ese jardín florido, en ese paraíso de celestiales delicias, en vuestro divino Corazón, y si queréis que escoja las flores que me agraden, yo os pido el lirio de la pureza, la rosa del amor, y la violeta de la humildad, ya que con estas las tendré todas, pues son inseparables; y teniéndolas todas mi corazón, a semejanza del vuestro, se transformará en un jardín de delicias para Vos, y entonces podré deciros con la esposa: “Venga mi Amado a su huerto.” Concededme, Señor, esta gracia; quitad de mi corazón las espinas del pecado, destruid todo lo que en él os desagrada, y plantad todas las flores que os deleiten, para que no haya en mí cosa que os disguste, ¡oh mi Dios, y mi amor, y todo mi bien! Así sea.




 

DÍA VEINTINUEVE (29 de junio)

 

 

 

El Corazón de Jesús, Único bien del alma.

 

 

1.  De tres cosas dice la Sagrada Escritura que son únicas: del fin del hombre, pues como dijo Cristo a Santa Marta: “Una sola cosa es necesaria,” y hablaba del gran negocio de la salvación, que es el único para que Dios nos crio, y al que todos deben referirse; de nuestra alma se dice: “libra de la mano del perro a la única mía.” (Salm. XXI, 21). la mano del perro es el poder del demonio, y la única de cada uno, es su alma, pues en efecto, no es más que una sola con total exclusión de otra. Razón poderosísima para que no queramos perderla, ya que no hay con qué sustituirla. Del arca de Noé, se dice en el Génesis que remataba en un solo codo, o único; (Genes VI, 16) y San Gregorio Papa entiende, que como el arca significa la Iglesia, el codo único en que termina significa a Nuestro Señor Jesucristo, del que dice San Pablo, que uno solo es el Señor, como es una la fe y uno el bautismo. Y por eso decía el real profeta: “una cosa, única, pedí al Señor, y la he de seguir procurando: y es el habitar todos los días de mi vida en su santa casa” (Salm. XXVI, 4) es decir, pedía y procuraba únicamente la bienaventuranza. Busquemos esta única dicha, amemos a Dios único, y trabajemos por salvar nuestra única alma, pues perdida, todo se pierde para siempre.

 

 

2.  El Corazón de Jesús es el único que con pleno desinterés nos ama, es el único que por nosotros se ha inmolado y sacrificado hasta querer ser traspasado con la lanza, es el único que ha amado a Dios con el amor inmenso que le corresponde, es el único que ha tenido un abismo inconmensurable de compasión para con el abismo de nuestros pecados y delitos. Es el único que nos acoge en su seno con amor infinito y con infinita misericordia, el único en la sublimidad, único en la fineza, único en la compasión, único en la caridad, único en la abnegación y el sacrificio, único en la bondad y en la ternura: hagámosle el objeto único de nuestro amor, de nuestra gratitud y de nuestra adoración. Y cuando encontremos corazones amigos, corazones fieles; amorosos y compasivos, pensemos, que, si una tan ligera chispa de virtud o de bondad nos seduce y nos atrae, ¿qué debemos pensar de las virtudes, de las finezas, de la ardiente caridad del Corazón de un Dios? “Anatema, anatema, decía San Pablo, al que no amare a nuestro Señor Jesucristo.” (I Cor. XVI, 22).

 

 

 

Práctica. Renunciar algo a que se tenga apego, para honrar al Corazón de Jesús.

 

 

 

Oración.

 

 

  Vos sois Señor, el único que deberás nos amáis; el único que habéis dado vuestra Sangre por nosotros; el único amigo verdadero que nos compadece; el único padre que no nos abandona; el único esposo que no nos desecha; el único médico que nos cura y el único bien que nos hace bienaventurados. Sed; pues, dulce Corazón mi único dueño, mi único amante, mi único Bien, y mi único tesoro en el tiempo y en la eternidad. Amén.


Oración Final

 

   Corazón de mi Jesús, ya he procurado entrar en el jardín que sois Vos, meditando alguno de vuestros títulos gloriosos, o de vuestros oficios misericordiosos, o de vuestras dignidades maravillosas; ya me he sentado por algunos instantes bajo de la sombra de aquel que había deseado, y he aspirado el aroma de sus purísimas flores, y he saboreado alguno de sus frutos, dulcísimos a mi garganta. Haced, Corazón divino, que yo me nutra con tan regalados manjares, que yo no quiera habitar ya entre la turba de las criaturas; sino que en Vos ponga el dulce nido donde fomente los santos deseos, y los fervientes afectos; y que en vuestro adorable Corazón haga perpetua morada; que allí habite, pues para eso lo he escogido, y allí me vea siempre libre de mis enemigos, siempre lleno de amor para con Vos, siempre agradecido a vuestras grandes finezas; y pasando mi vida allí escondido, como el santo Job pueda allí exclamar: “En mi nidito moriré; y como la palma multiplicaré los días,” (Job. XXIX , 18) siendo trasplantado a los jardines eternos del paraíso celestial. Amén.

 

—Un Credo al Sagrado Corazón.

 

Jaculatoria

 

. Corazón de Jesús, jardín de celestiales delicias.

. En tí viva, y en tí muera, y te goce eternamente.