Vistas de página en total

miércoles, 26 de junio de 2024

JUNIO: MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS. VIGÉSIMOSEXTO DÍA: El Corazón de Jesús, salud y Salvador de nuestras almas.

 


Jardín del Sagrado Corazón de Jesús. Breve Mes en su honor POR Gabino Chávez, Pbro. México año 1901.

“Entra en este jardín delicioso para reanimar tu alma enferma” — (El Señor a la Santa Margarita María Alacoque)

 

 Acto de Contrición.

 

   Adorable Salvador mío, lleno de confusión y de vergüenza, vengo a postrarme a vuestras plantas, a pediros perdón y misericordia; bien conozco, Señor, que no lo merezco, antes soy indigno de ser escuchado pues innumerables veces he despreciado la gracia recibida, abusando de vuestra bondad y clemencia; el conocimiento de mi infidelidad é inconstancia me acobarda y desalienta, porque el ingrato no es digno de nuevos favores; pero vuestra voz dulcísima me alienta y anima cuando dice: “Venid a mí todos” ¿Conque aún es tiempo, Jesús mío? ¿puedo aun esperar el perdón y la misericordia? ¡Oh Corazón compasivo de mi Jesús! ¡Bendito seáis! ¡a Vos me acojo, sed Vos mi asilo, mi refugio, mi esperanza y mi consuelo! Padre Eterno, mucho os he ofendido y he sido muy ingrato correspondiendo los favores con ofensas; mas ya me arrepiento muy de veras; perdonadme, y recibid en desagravio el Corazón amorosísimo de Jesús vuestro Hijo: yo os ofrezco sus méritos, sus virtudes y sus penas; y por ellos espero el perdón y la gracia de vuestro amor. Amén.

 

Oración preparatoria para todos los días.

 

   Amabilísimo Jesús mío, que con tanto amor convidasteis a la bienaventurada Margarita a que entrase en vuestro Sagrado Corazón, como en un jardín delicioso lleno de flores de admirable variedad, de incomparable hermosura y suavísima fragancia, diciéndole que escogiese cuantas le agradasen. ¡Ah Señor! permitidme entrar, aunque tan indigno, en ese jardín florido, en ese paraíso de celestiales delicias, en vuestro divino Corazón, y si queréis que escoja las flores que me agraden, yo os pido el lirio de la pureza, la rosa del amor, y la violeta de la humildad, ya que con estas las tendré todas, pues son inseparables; y teniéndolas todas mi corazón, a semejanza del vuestro, se transformará en un jardín de delicias para Vos, y entonces podré deciros con la esposa: “Venga mi Amado a su huerto.” Concededme, Señor, esta gracia; quitad de mi corazón las espinas del pecado, destruid todo lo que en él os desagrada, y plantad todas las flores que os deleiten, para que no haya en mí cosa que os disguste, ¡oh mi Dios, y mi amor, y todo mi bien! Así sea.




DÍA VEINTISEIS (26 de junio).

 

 

El Corazón de Jesús, salud y

 Salvador de nuestras almas.

 

1. Enfermo estaba el mundo durante cuatro mil años, y yacía entre las tinieblas y la sombra de muerte; y por eso el Señor era prometido bajo los nombres de Salud, y Saludable, y Salvador. Y aun ahora, todos los días le dice la Iglesia al Señor por boca de los ministros al empezar la última hora del Oficio divino: “Conviértenos, oh Dios, saludable nuestro, y aparta la ira tuya de nosotros.” Dos llagas o enfermedades hicieron el pecado original a nuestra naturaleza: llenó de tinieblas el entendimiento, y debilitó con gran flaqueza la voluntad. Y Jesucristo vino a dar la salud, iluminando con su luz nuestros entendimientos, y reanimando con su calor nuestra voluntad. Así es, que muy bien dijo el ángel, que el niño se llamaría Jesús, que quiere decir, Salvador, porque: Él había de salvar a su pueblo de sus pecados. Pidamos al Señor que sane las muchas enfermedades de nuestra alma, y que con sus eficaces virtudes se digne curar la gravedad de nuestros vicios y pasiones.

 

 

2. Si Jesucristo es nuestro Salvador y nuestra salud, su divino Corazón es como la oficina de nuestra salud, porque de allí saca cuanto necesita para nuestro remedio. Por eso decía la Bienaventurada Margarita, que los abismos del Corazón de Jesús curan los abismos del nuestro. “Si estás, dice, en un abismo de desolación y de tristeza, el Corazón de Jesús es un abismo de gozo y de celestiales consolaciones; si te hallas en un abismo de temor y desconfianza, el Corazón de Jesús es un abismo de amor y de dulce esperanza; si te hallas en un abismo de sequedad y de tibieza, Él es un abismo de fervor y de santos afectos.” Y así, para todos los negros abismos de nuestras penas, y culpas, y tribulaciones y pecados, tiene abismos de consuelo, de bondad y de misericordia para curarnos, pues Él es, como decía Santa Teresa, el universal remediador de nuestros males. Presentemos a este saludable Corazón nuestras culpas y nuestras penas, para que sea nuestro socorro, nuestra medicina y la salud entera de nuestra alma.

 

 

 

Práctica. Llevar con resignación nuestros achaques y enfermedades.

 

 

 

Oración.

 

 

   Decid, Señor a mi alma: Yo soy tu salud. Sí, divino Salvador mío: Vos sois la salud de mi cuerpo debilitado; Vos me dais fuerzas para el trabajo en medio de mis achaques; pero principalmente sois la salud de mi alma; en vuestro Corazón la ponéis a descansar; con vuestras llamas la calentáis; con vuestra agua la laváis y con vuestra sangre la curáis de todas sus heridas; sangre y agua que la lanza hizo brotar de vuestro Costado para el remedio del mundo. Sanadme, pues, médico divino; curadme pues, enfermero celestial; restañad mis heridas, confortad mi flaqueza, sed mi salud en la vida y mi salud eterna después de mi muerte.


Oración Final

 

   Corazón de mi Jesús, ya he procurado entrar en el jardín que sois Vos, meditando alguno de vuestros títulos gloriosos, o de vuestros oficios misericordiosos, o de vuestras dignidades maravillosas; ya me he sentado por algunos instantes bajo de la sombra de aquel que había deseado, y he aspirado el aroma de sus purísimas flores, y he saboreado alguno de sus frutos, dulcísimos a mi garganta. Haced, Corazón divino, que yo me nutra con tan regalados manjares, que yo no quiera habitar ya entre la turba de las criaturas; sino que en Vos ponga el dulce nido donde fomente los santos deseos, y los fervientes afectos; y que en vuestro adorable Corazón haga perpetua morada; que allí habite, pues para eso lo he escogido, y allí me vea siempre libre de mis enemigos, siempre lleno de amor para con Vos, siempre agradecido a vuestras grandes finezas; y pasando mi vida allí escondido, como el santo Job pueda allí exclamar: “En mi nidito moriré; y como la palma multiplicaré los días,” (Job. XXIX , 18) siendo trasplantado a los jardines eternos del paraíso celestial. Amén.

 

—Un Credo al Sagrado Corazón.

 

Jaculatoria

 

. Corazón de Jesús, jardín de celestiales delicias.

. En tí viva, y en tí muera, y te goce eternamente.


JUNIO: MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS. VIGÉSIMOQUINTO DÍA: El Corazón de Jesús, Rey de los corazones.

 


Jardín del Sagrado Corazón de Jesús.

 Breve Mes en su honor POR Gabino

 Chávez, Pbro. México año 1901.

“Entra en este jardín delicioso para reanimar tu alma enferma” — (El Señor

 a la Santa Margarita María Alacoque)

 

 Acto de Contrición.

 

   Adorable Salvador mío, lleno de confusión y de vergüenza, vengo a postrarme a vuestras plantas, a pediros perdón y misericordia; bien conozco, Señor, que no lo merezco, antes soy indigno de ser escuchado pues innumerables veces he despreciado la gracia recibida, abusando de vuestra bondad y clemencia; el conocimiento de mi infidelidad é inconstancia me acobarda y desalienta, porque el ingrato no es digno de nuevos favores; pero vuestra voz dulcísima me alienta y anima cuando dice: “Venid a mí todos” ¿Conque aún es tiempo, Jesús mío? ¿puedo aun esperar el perdón y la misericordia? ¡Oh Corazón compasivo de mi Jesús! ¡Bendito seáis! ¡a Vos me acojo, sed Vos mi asilo, mi refugio, mi esperanza y mi consuelo! Padre Eterno, mucho os he ofendido y he sido muy ingrato correspondiendo los favores con ofensas; mas ya me arrepiento muy de veras; perdonadme, y recibid en desagravio el Corazón amorosísimo de Jesús vuestro Hijo: yo os ofrezco sus méritos, sus virtudes y sus penas; y por ellos espero el perdón y la gracia de vuestro amor. Amén.

 

Oración preparatoria para todos los días.


   Amabilísimo Jesús mío, que con tanto amor convidasteis a la bienaventurada Margarita a que entrase en vuestro Sagrado Corazón, como en un jardín delicioso lleno de flores de admirable variedad, de incomparable hermosura y suavísima fragancia, diciéndole que escogiese cuantas le agradasen. ¡Ah Señor! permitidme entrar, aunque tan indigno, en ese jardín florido, en ese paraíso de celestiales delicias, en vuestro divino Corazón, y si queréis que escoja las flores que me agraden, yo os pido el lirio de la pureza, la rosa del amor, y la violeta de la humildad, ya que con estas las tendré todas, pues son inseparables; y teniéndolas todas mi corazón, a semejanza del vuestro, se transformará en un jardín de delicias para Vos, y entonces podré deciros con la esposa: “Venga mi Amado a su huerto.” Concededme, Señor, esta gracia; quitad de mi corazón las espinas del pecado, destruid todo lo que en él os desagrada, y plantad todas las flores que os deleiten, para que no haya en mí cosa que os disguste, ¡oh mi Dios, y mi amor, y todo mi bien! Así sea.




 

 

DÍA VEINTICINCO (25 de junio).

 

 

 

El Corazón de Jesús, Rey de los

 corazones.

 

1. Parece que no hay cosa en que más insista la santa Escritura que en anunciar, pregonar y declarar el reinado de Jesucristo: “He aquí tu Rey que viene a tí lleno de mansedumbre;” (Mat. XXI, 5). Te pondré como Rey sobre todas las naciones; (Salm. XLVII, 9). Las regirás con cetro de hierro: (Salm. II, 9). “Salid hijas de Sion a ver al Rey Salomón;” (Cant. III, 11.) “Rey de los reyes y Señor de los Señores”. (Deut. X, 17). Y Jesucristo se llamó a sí mismo rey, ante Pilatos, y quiso ser preconizado Rey desde la cruz, y recién nacido, los magos preguntaron por el Rey de los judíos. Así es que la Iglesia llama Rey al Señor en los oficios de Corpus, de Todos los Santos y aun el de difuntos. Y no es un rey que gobierna en un rincón de la tierra, sino Rey y Señor de quien es la tierra, y toda su plenitud: ni es Rey cuyo reino acaba con la muerte, sino Rey cuyo reino no verá el fin. Es cierto que hoy los pueblos han dicho como los judíos: “No queremos que este reine sobre nosotros;” pero no por eso alejan su reinado, y a los que no quisieren sujetarse voluntariamente a su gobierno, “como vasos de alfarero los hará pedazos,” como dice un Salmo, (Salm. II, 9) Digamos al contrario de los judíos: Nosotros sí queremos que este Rey divino reine sobre nosotros: que reine en nuestra alma, en nuestro cuerpo, en nuestros bienes y en todo lo que nos pertenece: que reine sobre nosotros en el tiempo y en la eternidad.

 

 

2. Pero el reino de Jesucristo no es de este mundo, no tiene soldados, ni armas, ni tributos que empobrecen, ni leyes que oprimen; su trono es un madero. “Reinó desde el madero un Dios.” El madero es el trono de nuestro Rey; trono de dolor y de amor, allí fué donde levantado, todo lo atrajo a sí. Y el cetro y la corona, las dos insignias reales, las tiene sobre su corazón: solo que él cetro es la dura cruz que lleva cargada, y la corona no es de oro y piedras preciosas, sino de junco y de puntas espinosas. Con su amor quiere cautivar el nuestro; con sus dolores provocar nuestra compasión; con su cruz y sus espinas quitarnos el peso de los pecados y las espinas de los remordimientos. Y herido el Corazón nos muestra que el amor mejor que el hierro de la lanza, es quien nos ha abierto esa fuente sagrada. ¡Oh Rey de amor y de dolor! ¿Quién será tan duro que ante tí no se ablande? ¿quién tan ingrato que a tanto amor no corresponda? ¿quién no abrirá su pobre corazón al que nos abrió el suyo divinísimo para abrigarnos, lavarnos y defendernos? ¡Corazón santo, reina ya en mí; toda mi vida, todo mi encanto, Corazón santo, lo pongo en tí!

 

 

 

Práctica. Consagrarse como esclavo al Corazón de Jesús.

 

 

 

Oración.

 

 

   Vos sois el Rey de los ángeles y de los hombres; todas las Escrituras pregonan a cada paso vuestro reinado, y en el símbolo de la Misa confesamos que vuestro reino no tiene fin. Y vuestro Corazón es el rey de los corazones, los supera en amor; los gobierna con equidad; los soporta con indecible paciencia, los inflama en dichosísimas llamas; los hace, de duros, tiernos; de sucios, purísimos; de terrenos, celestiales. Reinad, reinad sobre el mío; purificadlo, atraedlo, regidlo y glorificadlo, Bien mío. No quiero ser como las almas ingratas que no quieren sujetarse a vuestro reinado; por el contrario, y clamo con la voz de mi corazón: quiero que este Corazón amorosísimo reine sobre mí, que sea el único dueño de mis afectos: que a este rey consagre todas mis obras, que las buenas palabras que mi corazón exhale, para Él sean y a Él le pertenezcan, para que cuando mi vida acabe, en ese real Corazón exhale mi último suspiro, y después pueda amarle eternamente. Amén.


Oración Final

 

   Corazón de mi Jesús, ya he procurado entrar en el jardín que sois Vos, meditando alguno de vuestros títulos gloriosos, o de vuestros oficios misericordiosos, o de vuestras dignidades maravillosas; ya me he sentado por algunos instantes bajo de la sombra de aquel que había deseado, y he aspirado el aroma de sus purísimas flores, y he saboreado alguno de sus frutos, dulcísimos a mi garganta. Haced, Corazón divino, que yo me nutra con tan regalados manjares, que yo no quiera habitar ya entre la turba de las criaturas; sino que en Vos ponga el dulce nido donde fomente los santos deseos, y los fervientes afectos; y que en vuestro adorable Corazón haga perpetua morada; que allí habite, pues para eso lo he escogido, y allí me vea siempre libre de mis enemigos, siempre lleno de amor para con Vos, siempre agradecido a vuestras grandes finezas; y pasando mi vida allí escondido, como el santo Job pueda allí exclamar: “En mi nidito moriré; y como la palma multiplicaré los días,” (Job. XXIX , 18) siendo trasplantado a los jardines eternos del paraíso celestial. Amén.

 

—Un Credo al Sagrado Corazón.

 

Jaculatoria

 

. Corazón de Jesús, jardín de celestiales delicias.

. En tí viva, y en tí muera, y te goce eternamente.

 


JUNIO: MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS. VIGÉSIMOCUARTO DÍA: El Corazón de Jesús, Roca de fortaleza.

 


Jardín del Sagrado Corazón de Jesús.

 Breve Mes en su honor POR Gabino

 Chávez, Pbro. México año 1901.

“Entra en este jardín delicioso para reanimar tu alma enferma” — (El Señor

 a la Santa Margarita María Alacoque)

 


 Acto de Contrición.

 

   Adorable Salvador mío, lleno de confusión y de vergüenza, vengo a postrarme a vuestras plantas, a pediros perdón y misericordia; bien conozco, Señor, que no lo merezco, antes soy indigno de ser escuchado pues innumerables veces he despreciado la gracia recibida, abusando de vuestra bondad y clemencia; el conocimiento de mi infidelidad é inconstancia me acobarda y desalienta, porque el ingrato no es digno de nuevos favores; pero vuestra voz dulcísima me alienta y anima cuando dice: “Venid a mí todos” ¿Conque aún es tiempo, Jesús mío? ¿puedo aun esperar el perdón y la misericordia? ¡Oh Corazón compasivo de mi Jesús! ¡Bendito seáis! ¡a Vos me acojo, sed Vos mi asilo, mi refugio, mi esperanza y mi consuelo! Padre Eterno, mucho os he ofendido y he sido muy ingrato correspondiendo los favores con ofensas; mas ya me arrepiento muy de veras; perdonadme, y recibid en desagravio el Corazón amorosísimo de Jesús vuestro Hijo: yo os ofrezco sus méritos, sus virtudes y sus penas; y por ellos espero el perdón y la gracia de vuestro amor. Amén.

 

Oración preparatoria para todos los días.

 

   Amabilísimo Jesús mío, que con tanto amor convidasteis a la bienaventurada Margarita a que entrase en vuestro Sagrado Corazón, como en un jardín delicioso lleno de flores de admirable variedad, de incomparable hermosura y suavísima fragancia, diciéndole que escogiese cuantas le agradasen. ¡Ah Señor! permitidme entrar, aunque tan indigno, en ese jardín florido, en ese paraíso de celestiales delicias, en vuestro divino Corazón, y si queréis que escoja las flores que me agraden, yo os pido el lirio de la pureza, la rosa del amor, y la violeta de la humildad, ya que con estas las tendré todas, pues son inseparables; y teniéndolas todas mi corazón, a semejanza del vuestro, se transformará en un jardín de delicias para Vos, y entonces podré deciros con la esposa: “Venga mi Amado a su huerto.” Concededme, Señor, esta gracia; quitad de mi corazón las espinas del pecado, destruid todo lo que en él os desagrada, y plantad todas las flores que os deleiten, para que no haya en mí cosa que os disguste, ¡oh mi Dios, y mi amor, y todo mi bien! Así sea.





 

DÍA VEINTICUATRO (24 de junio).

 

 

 

El Corazón de Jesús, Roca de

 fortaleza.

 

 

1. Una de las expresiones de que hace más uso el Santo Rey David para aplicarla al Señor, es la de Roca de fortaleza, porque como en las guerras se halla abrigo tras de una roca para libertarse de los tiros del enemigo, y allí se ponen fuerzas para combatirlo, así en el perpetuo combate de nuestra vida, tras del Señor nos libramos de las asechanzas del demonio, y fortalecidos por él y con él, combatimos con ventaja a nuestros enemigos. San Agustín dice hermosamente: “si en el campo estamos, es Jesús roca contra los enemigos; si en el mar navegamos, es roca contra el furor de las tempestades; si la lluvia nos sobrecoge, es roca que nos da guarida; si las espinas de los pecados nos cercan, es roca de refugio para los erizos: en todas partes Jesucristo es la roca viva, fuerte e inexpugnable que nos sigue.” Acojámonos pues, en todas nuestras tempestades y tentaciones a esta roca fortísima, y seremos libertados y defendidos.

 

 

2. Sedientos en el desierto los israelitas, hirió Moisés una roca con su vara prodigiosa, y al punto brotaron de la dura piedra raudales de agua fresca y cristalina que apaciguaren la sed del pueblo. El Corazón de Jesús es esta roca fuerte, aunque blanda, que herida por la lanza de uno de los soldados, brotó roja sangre y agua cristalina que embriagan y refrescan, y nutren y corroboran al pueblo cristiano. Es además el Corazón del Salvador aquella roca en cuya abertura desea oír la voz de su amada, porque gusta de escucharlos clamores de nuestra oración, cuando pedimos por virtud de sus sacrosantas llagas y en especial por la herida de su divino costado, y sacro real Corazón. Abriguémonos bajo esa roca protectora, defendámonos allí de los tiros del enemigo, y moremos en la escondida y dulce caverna de su amorosísimo corazón.

 

 

 

Práctica. Dar o destruir algún objeto querido como sacrificio al Corazón de Jesús.

 

 

 

Oración.

 

   San Pablo dice que al pueblo de Israel le seguía una piedra, y que la piedra era Cristo. Vos sois, Señor, la roca que, herida con la vara de la oración, brota para nosotros las aguas saludables de la gracia. Vos sois la roca en que anidan las águilas reales, las almas fervorosas que os aman a Vos solo, y que se apartan de las cosas terrenas para tener, como San Pablo, su conversación en los cielos. ¡Cuando seré yo una de estas almas, Amor mío y dueño mío! ¡Cuándo viviré en vuestro Corazón adorable, como en una roca firmísima, sin dárseme nada de las tristes escenas del mundo, ni de los necios amores de las criaturas! Hacedlo, hacedlo Vos, Dueño mío, querido mío, esperanza mía. Hacedlo Vos, dulce amor de mi alma. Hacedlo Señor. Amén.


Oración Final

 

   Corazón de mi Jesús, ya he procurado entrar en el jardín que sois Vos, meditando alguno de vuestros títulos gloriosos, o de vuestros oficios misericordiosos, o de vuestras dignidades maravillosas; ya me he sentado por algunos instantes bajo de la sombra de aquel que había deseado, y he aspirado el aroma de sus purísimas flores, y he saboreado alguno de sus frutos, dulcísimos a mi garganta. Haced, Corazón divino, que yo me nutra con tan regalados manjares, que yo no quiera habitar ya entre la turba de las criaturas; sino que en Vos ponga el dulce nido donde fomente los santos deseos, y los fervientes afectos; y que en vuestro adorable Corazón haga perpetua morada; que allí habite, pues para eso lo he escogido, y allí me vea siempre libre de mis enemigos, siempre lleno de amor para con Vos, siempre agradecido a vuestras grandes finezas; y pasando mi vida allí escondido, como el santo Job pueda allí exclamar: “En mi nidito moriré; y como la palma multiplicaré los días,” (Job. XXIX , 18) siendo trasplantado a los jardines eternos del paraíso celestial. Amén.

 

—Un Credo al Sagrado Corazón.

 

Jaculatoria

 

. Corazón de Jesús, jardín de celestiales delicias.

. En tí viva, y en tí muera, y te goce eternamente.