Estando cerradas las puertas, en donde se
hallaban juntos los discípulos, vino Jesús, y se puso en medio, y les dijo: Paz
a vosotros (Jn 20, 19).
1º)
Según algunos, entrar estando las puertas cerradas
es propio del cuerpo glorioso, porque dicen que, en virtud de cierta condición de su estado, puede estar
simultáneamente con otro cuerpo en el mismo lugar, en cuanto que es glorioso, y
que esto se hizo y puede hacerse sin milagro. Pero esta opinión no tiene
consistencia, y por lo tanto ha de decirse que esto lo hizo Cristo
milagrosamente en virtud de su divinidad.
San Agustín dice: “¿Preguntas cómo pudo
entrar estando las puertas cerradas? Si comprendes el modo, no es milagro.
Donde desfallece la razón, la fe tiene su lugar” (Serm. De
pass.). Y
añade: “Bien pudo entrar no
estando abiertas las puertas el que al nacer dejó intacta la virginidad de su
madre.” Así
como su nacimiento de la virgen madre fue milagroso
por virtud de su divinidad, igualmente lo fue esta entrada en el cenáculo.
Con ello se da a entender místicamente que
Cristo se nos aparece cuando las puertas, esto es, los sentidos exteriores,
están cerrados en la oración. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta,
ora a tu Padre en secreto (Mt 6, 6).
También se describe la disposición de los
discípulos, para que la imitemos. Estaban reunidos,
lo que no está exento de misterio. Cristo vino a los que estaban reunidos, el
Espíritu Santo desciende a los reunidos, porque Cristo y el Espíritu Santo no
están presentes sino a aquellos que están congregados en caridad. Porque donde están dos o
tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos (Mt 18, 20).
2º) Vino Jesús y se puso en
medio de los discípulos.
Él mismo vino personalmente, como les había prometido: Voy y vengo a vosotros (Jn 14, 28). Se puso en medio, para que todos lo
reconociesen con seguridad, y también para mostrar la conformidad de su
naturaleza humana con la de ellos. Se puso en medio por condescendencia,
porque estuvo entre ellos como uno de ellos; y
para indicarnos, por otra parte, que debemos estar
en medio de la virtud.
3º)
Y les dijo: Paz a vosotros. Este
saludo fue necesario porque la paz de los discípulos estaba muy perturbada por
muchos motivos:
Con respecto a Dios, contra
el cual habían pecado, los unos negando y los otros huyendo.
Todos vosotros padeceréis escándalo en mí esta
noche. Porque
escrito está: Heriré al pastor, y se descarriarán las ovejas del rebaño (Mt 26, 31). Contra esto les propuso la paz de la
reconciliación con Dios. Fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo (Rom 5, 10). Esa reconciliación la llevó a cabo
por su Pasión.
Con respecto a ellos mismos, porque estaban
tristes y vacilantes en la fe, y también les propuso esta paz: Mucha paz para los que aman tu ley (Sal 118, 165).
Finalmente, con respecto a las personas exteriores, pues sufrían persecución de parte de
los judíos, y
contra esto les dice: Paz a vosotros.
(In Joan., XX)
MEDITACIONES — Santo Tomás de Aquino
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