DÍA XVI.
Súplica:
Sobreponernos al malhumor que pudiéramos sentir.
SEMBLANTE SIEMPRE AFABLE Y RISUEÑO DE
SAN JOSÉ.
¡A
Señor San José! no
podía causarle pena sino el perder a Jesús; y, por el contrario, la presencia
de Jesús era para él fuente inagotable de alegría.
Imaginaos a José que vuelve por la tarde del
trabajo en que se ha ocupado ausente de su familia. No ha perdido no, su amable
sonrisa; la idea y la memoria de Jesús le acompañan siempre; ¡y, sin embargo,
qué delicioso regreso!... María le aguarda con aquella apacibilidad
y solicitud propia de un corazón que ama y ama de un modo nuevo en cada instante.
Jesús le espera igualmente y cuando sus ojos le descubren a lo lejos, va hacia
su padre le tiende los bracitos y José le levanta emocionado; le baja luego con
respeto y en fuerza de la dicha que le inunda, ¡el llanto brota de sus ojos!... Y estas delicias inefables se renuevan cada día.
José las experimenta durante toda su vida: los dolores
tremendos del Calvario quedaron reservados a María.
Propósito:
Yo también, ¡oh amabilísimo Jesús!, puedo
vivir siempre contento; porque, como José vuestro padre putativo, puedo
poseeros por la Comunión todos los días de mi vida.
Pensamientos piadosos Para el mes de
Marzo.
SR. PBR0. GERARDO HERRERA
Cura. Párroco de San José. (1893).
No hay comentarios:
Publicar un comentario