¿Qué es el Pecado y sobre todo el Pecado
Mortal?
El pecado es una
desobediencia a la ley de Dios... ¿Qué es el pecado?
dice S. Crisóstomo: es el abandono de la voluntad al demonio, es
una locura a que se entregan espontáneamente. (Moral).
¿Qué es el pecado? Es la completa degradación
del hombre, su soberana miseria, el mal supremo del hombre y de Dios; porque
está absolutamente opuesto al bien supremo.
El pecado no es una sustancia, no es un sér,
porque todo ser es bueno. El pecado es la privación del sér...
El
pecado, dice
S. Agustín, es la negación del sér,
es la nada: Peccatum est non ens, peccatum est nihil. (Sentent).
Pecadores que os alegráis, os alegráis en la
nada,
dice et profeta Amós (VI. 14).
El pecado se llama la negación del sér, la
nada:
1—porque
en el mismo hay algo vil y de ningún valor...;
2—porque
el placer del pecado pasa pronto y se desvanece...;
3—porque
el pecado conduce al que lo comete a una especie de nada, es decir a la muerte
presente y eterna...;
4—porque
es la privación del sér bajo el punto de vista de la virtud, o del bien moral;
pues el pecado es un mal moral...;
5—porque
es una privación del bien; y una privación no es algo positivo, sino negativo,
es decir nada...;
6—El
pecado separa al hombre de Dios, que es el Sér por excelencia, el Creador de
todo, sin el cual nada existió ni viviría. De ahí se sigue que el pecado
conduce a la nada.
Señor, dice S. Agustín; como nada ha podido hacerse sin vos, al
hacer nosotros el pecado, que no es nada, nos hemos convertido en nada; sin
vos, por quien todo ha sido hecho, nada somos. ¡Desgraciado de mí, que tantas
veces me he convertido en verdadera nada! Me he hecho miserable, he sido
reducido a nada, y lo he ignorado. Mis iniquidades me han conducido a la nada. Nada
es bueno sin el Bien Supremo. El mal no es más que la privación del bien, así
como la ceguera no es más que la privación de la luz. ¡Así pues el pecado no es
nada, porque no ha sido hecho! Pero, continua S. Agustín, si no ha sido hecho, ¿cómo es un mal? Porque
el mal es la privación del bien, por quien el bien ha sido hecho. Ser sin el
Verbo es mal, es no ser. No hay nada sin el Verbo. Estar separado del Verbo, es
estar sin camino, sin verdad y sin vida. Hé aquí por qué, sin él, es la nada, y
esta nada es el mal, porque está separado del Verbo, por quien todo lo que ha
sido hecho es muy bueno. Pero estar separado del Verbo, por quien todo ha sido
hecho, no es más que faltar, y del hecho pasar al no hecho, puesto que sin el
Verbo sólo hay nada. (In Evang. S. Joann.).
Por sí mismo y su naturaleza el pecado es
nada, porque, al cometerlo, el hombre se une a las criaturas y pone en ellas su
dicha, oponiéndolas al Creador y prefiriéndolas a él; pero, comparadas con el
Creador, las criaturas no son más que la sombra del sér, y por consiguiente
nada. Hé aquí, en efecto, la esencia y el nombre de Dios: Yo soy el que soy: Ego
sum qui sum. (Exod. III, 14). Soy el que solo posee el sér verdadero,
entero; inmenso, infinito, eterno; y las criaturas participan de mi como una
sombra; porque su sér es tan pobre, tan variable, tan frágil, tan rápido, tan inestable,
que, comparado con el mío, debe llamarse nada antes que sér. Así pues, como las
criaturas no tienen el verdadero sér, tampoco tienen el verdadero bien, sino
sólo la sombra del bien; porque el sér real y el bien van juntos. A tal sér y a
tal grado de sér corresponde tal bien y tal grado de bien: el bien, en efecto,
es propiedad intima del sér. El verdadero bien, como el verdadero sér,
pertenece sólo a Dios, y no al hombre. Por eso Dios es llamado en la Escritura,
único sabio, único poderoso, único inmortal, único Señor, único bueno, único
grande, único justo, único piadoso, único glorioso, porque él solo tiene la
sabiduría, el poder, la inmortalidad, la dominación, la bondad, la grandeza, la
justicia, la santidad y la gloria verdaderas, infinitas e increadas.
Cifrando su dicha en las criaturas, y no en
el Creador, el pecador se alegra de una sombra, de la nada. Pero ¡qué grandes parecen al
hombre ciego las criaturas en las tinieblas de esta vida! Al ponerse el sol, las sombras que proyectan las montañas
crecen, llegan a ser colosales; y así también cuando Dios desaparece, las sombras
que proyectan las cosas de la tierra se agigantan, y el mundano las admira y
las persigue; pero pronto halla el desengaño; imita al perro de Esopo, que al
ver reflejado en el agua el pedazo de carne que llevaba en la boca, lo soltó
para coger aquello que no era más que una sombra; y lo perdió todo...
¿Qué es el pecado? Es un dulce veneno que da una muerte llena de amargaras..., es
una gota de miel venenosa que se convierte en un océano de hiel..., es una
herida a la que no se puede sobrevivir..., es una fiebre acompañada de delirio,
que mata pronto..., es la pérdida del alma..., es el más temible enemigo del hombre...
El pecado, dice S. Agustín, es la causa de todos nuestros males; Malorum
omnium nostrorum causa peccatum est. (De Morib.)
El muerto, dice
Ambrosio, es preferible al vivo, porque ha cesado de pecar, y el
que no ha nacido es preferible al que ha muerto, porque no ha pecado nunca. (Serm. V).
“TESOROS” de
Cornelio Á. Lápide.
No hay comentarios:
Publicar un comentario