11 de febrero
Aparición de la
Inmaculada.
En cuanto a mí de nada me gloriaré,
sino de mis flaquezas.
(2 Cor. 12, 5).
—En Lourdes de Francia, la Aparición de
la bienaventurada Virgen María Inmaculada.
El 11 de febrero de 1858, la Santísima Virgen se dignó mostrarse por
primera vez a Santa Bernardita Soubirous; la última aparición tuvo lugar el 16
de julio de ese mismo año. Desde entonces, las peregrinaciones se han sucedido
procedentes de todas las partes del mundo, y, en multitud, los enfermos han
acudido a implorar a María Inmaculada. Muchos han obtenido una milagrosa curación, muchos otros han
recibido la gracia de soportar sus padecimientos con espíritu de fe y de
ofrecerlos a Dios.
Oración: Oh Dios, que por la
Inmaculada Concepción de la Virgen habéis preparado un digno santuario a
vuestro Hijo, concedednos, os suplicamos, que, celebrando la aparición de María
Santísima, obtengamos la salud del alma y del cuerpo. Por J. C. N. S.
—En Andrinópolis de Tracia, los santos
Mártires Lucio, Obispo, y sus compañeros, en tiempo de Constancio.
Lucio, habiendo padecido muchísimo de loas Arrianos, consumó el martirio en la
prisión; los otros, los más nobles de la ciudad, por no querer comunicar con
los Arrianos anatematizados a la sazón en el Concilio Sardicense, fueron
condenados a muerte por el Conde Filagrio.
—En África, el triunfo de los santos
Mártires Saturnino, Presbítero, Dativo, Félix, Ampelio y sus Compañeros; los
cuales, en la persecución de Diocleciano, acudiendo, como de costumbre, a
solemnizar el Domingo, presos por los soldados, padecieron el martirio por
orden del Procónsul Anolino.
—En Numidia, la conmemoración de muchísimos santos
Mártires, que, apresados en la
misma persecución, y no queriendo, conforme al edicto imperial, entregar las
divinas Escrituras, con atrocísimos suplicios fueron atormentados y muertos.
—En Roma, san Gregorio II, Papa, que resistió acérrimamente a la impiedad de León
Isáurico, y envió a Alemania a san Bonifacio a predicar el Evangelio.
—También en Roma, san Pascual I, Papa, que sacó de las criptas muchos cuerpos de santos
Mártires, y los colocó honoríficamente en diversas Iglesias de la Ciudad.
—En Ravena, san Calócero, Obispo y Confesor.
—En Milán, san Lázaro, Obispo.
—En Capua, san
Castrense, Obispo.
—En Castro-Landón de Francia, san Severino,
Abad del monasterio de Acauno, por cuyas oraciones el piadoso Rey
Clodoveo curó de una larga enfermedad.
—En Egipto, san Jonás, Monje, esclarecido
por sus virtudes.
—En Viena de Francia, la Traslación
del cuerpo de san Desiderio, Obispo y Mártir, desde el territorio de
Lyon, en que había padecido el martirio el 23 de Mayo.
Y en otras partes, otros
muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
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