Cristo fue crucificado,
entre ladrones, porque así convenía en cuanto a la intención de los judíos, y
también en cuanto a la ordenación de Dios.
1º) En cuanto a la intención de los
judíos,
éstos lo crucificaron entre dos ladrones, para
hacerlo partícipe de la sospecha que se tenía de ellos. Pero no ocurrió
así, pues nada se dice de ellos, mientras que la Cruz de éste es honrada en
todas partes: los reyes, deponiendo las
coronas, colocan la Cruz en sus vestidos de púrpura, en sus diademas, en sus
armas, en la mesa sagrada; y la Cruz brilla en toda la tierra.
Respecto al orden establecido por Dios, Cristo fue crucificado con los ladrones
porque, así como Cristo fue hecho
por nosotros el maldito de la Cruz (Gálatas 3, 13.), del mismo modo es crucificado como culpable entre culpables,
para la salvación de todos (Es argumento de San Jerónimo (Super Matth., XXVIII), como el del
anterior es de San Juan
Crisóstomo (hom. 88 in Matth. y 84 in Joan)).
2º)
Como dice el papa San León (Serm. de Passione, 4.), son crucificados dos
ladrones, uno a la derecha y otro a la izquierda, para demostrarnos bajo la
imagen misma del patíbulo la distinción que deberá hacerse de todos los hombres
en el día del juicio. San Agustín dice: “Si te fijas, la misma
cruz fue tribunal; porque en medio se encuentra el juez; a un lado el que creyó
y fue liberado, y al otro, el que insultó y fue condenado. Ya significaba por
ello lo qué haría con los vivos y los muertos; a unos los pondría a su derecha,
a los otros a su izquierda” (10 Super Joan. tract. 31).
3º) Según San Hilario, hubo dos ladrones
crucificados, el uno a la derecha y el otro a la izquierda, para enseñar que
todo el género humano es llamado al sacramento de la Pasión del Señor. Más
porque, a causa de la diversidad de fieles e infieles, se hace la división de
todos poniendo los unos a la derecha y los otros a la izquierda, uno de los
dos, el situado a su derecha, se salva por la justificación de la fe (11 Can. 33 in Matth.).
4º) Como dice San Beda, los ladrones que fueron
crucificados con el Señor significan los que bajo la fe y la confesión de
Cristo sufren el certamen del martirio o las disposiciones de una disciplina
austera; más los que lo hacen por la gloria eterna, son representados por la fe
del ladrón de la derecha, y los que lo hacen con miras a las humanas alabanzas,
imitan las disposiciones y los actos del ladrón de la izquierda (Super
Marc., cap. 24.).
Así
como Cristo no era deudor de la muerte, sino que la sufrió porque quiso, para
vencer a la muerte con su virtud; así tampoco mereció ser colocado con ladrones;
pero quiso ser contado entre los inicuos, para destruir a la iniquidad con su
virtud.
Por eso San Juan Crisóstomo (Super Joan., hom. LXXXIV), dice que convertir al ladrón
en la Cruz y conducirlo al paraíso no fue menos difícil que quebrar las
piedras.
(3ª, q. XLVI, a. 11)
MEDITACIONES — Santo Tomás de Aquino
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