NECESIDAD DE DESPRECIAR EL RESPETO HUMANO.
Hemos de pisotear
el respeto humano; es una necesidad vigorosa. Se ha de creer de corazón para obtener la
justicia, y confesar con la boca para conseguir la salvación, dice el gran
apóstol. (Rom.
10, 10).
No os avergoncéis de la manifestación de nuestro
Señor, ni de mí, que soy su cautivo, dice S. Pablo a su discípulo
Timoteo; sufrid
más bien conmigo por el Evangelio, según la fuerza de Dios. (2ª Timoteo 1, 8)
¿Es de los hombres o de Dios de quien he de desear la
aprobación? escribe aquel apóstol a los gálatas. ¿Trato
acaso de agradar a los hombres? Si yo agradase aún a los hombres, no sería
siervo de Jesucristo: (Gálatas 1, 10)
El que se haya avergonzado de mí y de mis palabras, dice Jesucristo, verá que el Hijo del hombre se avergüenza de él cuando
venga en su majestad y en la de su Padre y de los santos ángeles:(Luc. 9, 26).
El que me haya confesado delante de los hombres, dice también en otra parte, verá como le confieso
delante de mi Padre, que está en los Cielos. Y yo negaré también delante de mi
Padre que está en los Cielos a cualquiera que me haya negado delante de los
hombres (Mt. 10, 32-33).
Y el dejarse
dominar por el respeto humano es ciertamente avergonzarse de Dios y negarle.
No temáis el oprobio ni las blasfemias de los hombres, dice Isaías.
“TESOROS”
De Cornelio Á. Lápide. — 1882.
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